Cap 56 La inquietante bienvenida del esgrima

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Paseamos por el pueblo a la vista de una de las encargadas de llevarnos. No era una mucama como las demás, sino que pertenecía a una de las mensajeras que dan noticias del jefe. Como si fuera una Hada madrina para la monarquía española. Algo como eso se ven en las historias del siglo XIV. Hanabira seguía a mi lado en las angostas calles del pueblo que habíamos llegado. Era muy ridículo tener un castillo a veinte minutos de un puerto.

- Vamos a caminar a las diferentes plazas que están cerca de Coímbra ---- Seguía caminando delante de nosotros, Hanabira miraba a su alrededor teniendo su expresión de "es bonita, pero no me convence" todo el camino.

- ¿Estará muy lejos aquellas plazas? ---- Pregunte

- Harás que esas plazas sigan estando lejos si no guardas silencio... ---- Me reclama Hanabira mostrando irritación

Nos mantuvimos callados por un instante. Las calles seguían tan largas y angostas que ya me estaban doliendo los pies por los zapatos.

- ¡No se desesperen! ¡Si se siguen quejando no disfrutarán del paisaje! ¡Santo cielo! ¿Por qué tuve que ser yo la instructora de estos mocosos...? ----- Balbucea entre dientes que apenas pude escucharla parlotear

A lado de Hanabira, pude volver a escuchar su voz, me comunicó "pon atención en lo que hagan y lo que te digan, porque el tipo dijo que llegaría antes de que estemos listos, es decir llegará antes de que nosotros lleguemos a esos lugares". Yo sólo afirme con mi cabeza y no abrí la boca.

- Hace un buen dia, señora Alheli ---- Le muestra una sonrisa a la señora, mirándonos sorprendido ---- ¿Nuevos visitantes?

- Unos muy quejumbrosos, refiriéndome a la chica ---- Me señala con el pulgar mostrándome la espalda ----- Venimos a visitar las plazas y los parques...

- Por supuesto, pasen ---- Abre las puertas hasta donde queden fijas para nosotros, pudiendo observar unas de todas esas maravillas que nunca pude ver en mi vida.

Entramos gracias a que la señora estaba con nosotros y con unas llaves que llevaba consigo. Los guardias que estaban cuidando las puertas nos miraron de reojo. Yo mire de frente pidiéndome Hanabira que no los viera a los ojos. Al entrar, habían muchas personas que no conocíamos. Ellos nos voltearon a ver al escuchar las puertas abriéndose. Sus miradas no fueron del todo agradables, de hecho, como si no fuéramos humanos sino algo peor para ellos.

- ¡Con permiso! ¡Vamos a pasar! ---- Pedía la señora que nos daba el camino para apreciar a todos ellos viéndonos, y a Hanabira con su vestimenta. A Hanabira no le importaba que solo caminaba y se preocupaba por lo que iba a pasar ahora. En ese momento, en el fondo, pudimos ver al jefe enseñando su espada y manejándola como si atacará a alguien. Todos lo aplauden.

- ¡Señor, los jóvenes han llegado!

- Te lo agradezco, querida Alheli ---- La besa en la frente ---- Que alegría que pudieron llegar hasta aquí. ¿Estuvo lejos?

- Un poco, pero no fue necesario ir en carreta ---- Respondí a su pregunta

- Espero que se sientan cómodos en este magnifico lugar ----- El jefe se acerca a mi y quiso que extendiera mi mano para poder acercarme a los demás, lo hice y Hanabira no se quedo atrás ----- Esta es la bella señorita que les hable hace un momento. Señorita, le presento a mis estimados amigos del siglo pasado, Isabel de la Cruz

- Un gusto ---- Me hace reverencia con su cabeza levantando las esquinas de su vestido azul oscuro, adornado con el tejido de seda blanca como las olas del mar sobre la secuencuia de su vestido de seda como una fuente en funcionamiento.

- Luisa Ferrer ----- Hace lo mismo, pero mostrando una dulce sonrisa

- Mi amigo Beltrán

- Mucho gusto Señorita.... y joven ---- Me muestra una sonrisa mientras me mira a los ojos

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora