[Rizu]Contemplar el cielo cubierto de pocas estrellas, lunares corporales en las personas. Una experiencia subitánea aplasto el centro del pais. Era un vacío para algunos, y otros, una derrota bañada en llagas y rasguños para los que sobrevivieron. El avance del tren en la noche, más de las tres de la mañana sin la ventana empañada de mi aliento o sudor de mi frente. Cejas y ojos relajados, un pensamiento perplejo, teniendo un parecido a la oportunidad de ser retratada en un cuadro de papel, sobre un caballete por un artista de media clase dentro de un vagón de cuatro estrellas a mitad de concentrarme dentro de mi cueva cerebral. Los estándares no se manejaban entre alta y media clase, en el poder y oportunidades que tenían por trasladarse en tren, con unos asientos acolchonados, de buena tela y esponja, que te hunden mientras reposas el tiempo que te falta para llegar a tu destino. Las ventanas anchas y grandes para cuatro personas, no se empañaban con el frío de la noche.
En mi hogar se manifestó tal ola de guerreros con la furia de un tornado. Según el radio, la ciudad quedó destruida en el centro y el pueblo de Takayama. El centro dónde la emperadora habitaba, es una calle de polvo bailando en el aire, en los costados, en mis recuerdos, varios puestos de mercancía que existieron. Había restaurantes lujosos, tradicionales, usaban esas velas dentro de unos inflables kanji. Apenas puedo oler el tazón lleno de mi comida preferida, un olor que me sonroja las mejillas de sólo recordarlo. Los mocosos sonrientes, todo mezclado en colores pero siempre divididos en secciones, casas y colonias llenas de ramos en sus macetas. ¿A dónde se habrán refugiado? ¿Esos mocosos, inteligentes, tuvieron miedo de esos supuestos temblores en el instante de esa tarde turbulenta? ¿Estarán bien?
El insólito mareo de mi cabeza y mi hombro izquierdo rozo mis poros. Me asusté que, Emi dejó caer su cabeza hacia mí. Sus ojos liberados de las muchas arrugas que se forman cuando los abre tanto se relajaron. Sus pestañas pequeñas y fibrosas pero a simple vista suaves me llamaron la atención de seguir pensando. Sus pies de Emi estaban sobre el asiento rojo con dorado y sus Tabī cubriendo sus dedos delgados y pequeños. Las Zetas se quedaron amarradas a sus empeines. El ambiente fue tan silencioso que ningún garraspeo de la garganta de un hombre sonó en los asientos delanteros de las ventanas. Emi tan quieta, ningún cabello carbón se despojó de su cabeza lisa. Su peinado que fue decorado con un Kanzashi color rojo, piedras flotantes transparentes, un accesorio muy bonito con un kanji en el centro. Su kimono morado con blanco y Zetas rojas.
Series de luces parpadeaban en las montañas más lejanas del pueblo. Nunca me tomé el tiempo de poner atención a el brillo de estás mismas. ¿Será un reflejo de luz?. Estaba preocupada ¿Por qué no me quedé en dónde me encontraba si el peligro persistió sin mi presencia?. Tengo mis razones, no tenía miedo, sólo mi cuerpo temblaba de preocupación.
- ¡Buenas noches, señorita! —— Aquella voz se repetían cuantas veces Para llamar mi atención, no reaccione ¿Estaba soñando? No sabía cuántas veces me ha estado llamando esa voz de mujer joven. No puse mucha atención a las llamadas de esa voz, todo estaba oscuro. Inesperadamente pude ver varios colores apareciendo y haciéndose más luminosos y visibles. El primero que ví fue color mostaza o amarillo. Eran piedras de diferentes colores que permanecían quietas. Su fulgor fue el más activo desde entonces.
Lo quietas que quedamos, no sentí que la cabeza de Emi seguía en mi hombro. ¿Y los choques de las ruedas del tren?. Nos acostumbramos horas así hasta que tome su mano izquierda, suave. Emi babeaba, seguía dormida. Salimos de la estación para tomar un Rickshaw y que nos llevará a el centro de Takayama. El hombre que nos llevó en el Rickshaw nos dejó antes del bosque de pinos. Se cubrió boca y nariz. Nosotras dos también pudimos oler ese asqueroso olor. Nuestros orificios no hicieron reacción, como cuando estornudas, pero no daba cosquillas. No sabía que era, daba asco que hasta querías vomitar con solo ignalar ese olor tan horrible. No sé cómo describirlo. Aquel jóven no duró mucho en el punto dónde nos encontrábamos, frente a las casas derrumbadas, entre los escombros y el castillo imperial.
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EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II
Novela JuvenilLa época de la juventud de Sayuri la ha llevado por un camino borroso, que por un poco que trate de verlo se corta el camino. Ella intentará de encontrar las gemas que le faltan para completar la magia que está dentro de ella, de Shin y de su famili...