Cap 65 Entra lo desconocido

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"Vigo, Portugal, Julio 1798"

"Setenta años antes"

Este verano es más templado que los anteriores. La taza de té caliente nivelaba mis ánimos para estos días. Dos de mis hijas con su pelo esponjoso como los marcos de óleo al estilo italiano, y unas peinetas a su color preferido, resaltaban su belleza natural. Margareth, Irene y Patricia habían encontrado algo detrás de los arbustos dónde el césped no estaba cuidado.

- ¡Niñas, alejense de ahí! -- mis tres hijas voltearon a verme a los ojos. Sus ojos redondos me mostraron que su sonrisa era por algo. Margareth mostró una sonrisa con sus dientes cuadrados
- ¡Padre... Encontramos una piedra del brillante color carmín! -- alzó sus brazos con las manos llenas de la gema que brillaba. Una muy brillante y viva piedra mágica. Detrás del arbusto, se encontraba un bosque frío y mucha niebla que cegaba. Pedí a las niñas que se regresaran a casa. Revise detrás del arbusto y sólo un desentierro de ella misma, del cual la rama quedó acostada sobre la tierra. El bosque estuvo frío, un escalofrío paso por mi espalda y cuello. Sentí un nuevo espacio entre yo y el bosque. No me gustaba nada. Regresé junto con la gema y las tres gemelas estaban confundidas. Sus rostros lo decían. No quise asustarlas y sólo darles el aviso que no pasaran del otro lado de aquellos arbustos de rosas blancas con un morado vivo.

- ¿Padre...? -- me persiguieron -- ¿Todo bien?
- Por supuesto -- arqueé mi sonrisa -- ¿Dónde están sus guantes, señoritas?
- Si piensas que los ensuciamos, para nada -- firmes, que Irene respondió
- Tenemos en cuenta que nuestros guantes no se pueden ensuciar. Son de tela muy delicada.
- Exactamente -- respondí a Patricia -- me sorprende como es que encontraron está piedra tan hermosa -- Nos sentamos en la extensa sala con un tapete que relucía con las sillas arqueadas y sillones rojos. Dejé caerme en medio de mis hijas para apreciar la piedra que estaba en mis manos
- ¿Verdad que es magnífica? -- con carisma agregó Margareth -- ¡Creo que puede ser un amuleto de la suerte!
- Creo que da demaciado brillo para ser solo una piedra mágica... -- comenté al respecto de lo que yo veía en la piedra -- Mejor devuelvanla dónde la encontraron...
- ¿Qué...? -- Cambiaron sus expresiones
- ¡No parece hacer daño a nadie!
- Puede que Margareth tenga razón... ¡Puede ser un amuleto de la suerte o mucho más que eso! -- Patricia agregó un comentario que me puso a pensar -- Parece inofensiva
- "Parece" dices... -- recalque a Patricia con un gesto para corregir su suposición de "parece"
- Devuelvanla.
- ¡No, padre! -- entre las tres me rogaron que se quedará en nuestro hogar. Sería un riesgo que fuera descubierta por la gente o que brillará mucho durante las noches.
- ¡Saben que yo nunca las consciento!
- ¡Puede ser nuestro regalo de cumpleaños!

Hice una pausa para saber qué hacer con la piedra.

- ¡Ya veremos, polluelas! ¡Mientras, vayan a sus habitaciones! Ya veremos.

Me quedé observando la piedra por treinta minutos. Dejo de brillar cuando nuestra compañera, que nos ha ayudado durante años a su servicio, llegó tocando la puerta. Comprar comida y hacer un manjar por la noche sería exquisito. Darle dinero y que en carroza fuera para poder observar con detalle la gema, quise dibujarla. La tarde estaba con la puesta del sol. En mi estudio, una pequeña mesita con pinceles y marquillas de óleo, hice a un lado para poder dibujar está piedra que me llamaba mucho la atención. La refracción de la luz dejaba mucho que desear sobre los vértices de la gema. Era tan "magnífica" que no había un vacío dentro de esta gema, sólo la misma gema. No había nada. Digámoslo así, poder ver a través de un vaso de vidrio con agua. Similarmente, pero con más claridad. Nada borroso, muy claro. Era más que la claridad de un vaso con agua. El color rojo vivo me hacía sonreír mientras dibujaba el sombreado de la gema sobre la mesa de madera. El calor del sol acobijaba el frío que comencé a tener al pisar un poco del bosque, en la parte trasera de nuestra casa. Era tan cálido.

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora