SEXTO ACTO - Esperanza [Libro Tercero]

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La mirada opalina de Hinata se encontraba enfocada hacia la nada, vacía, quebrada y pequeña, parada en medio de lo que alguna vez había sido el patio interior de la casa de la familia Uchiha. Para ser alguien tan peligrosa, lucía indefensa, como un gatito perdido tambaleándose bajo la lluvia, desorientada sobre el tiempo transcurrido, el día en que se encontraba, así como el lugar.

Estaba demasiado adolorida para importarle encontrar las respuestas que la trajeran de vuelta a la realidad, mientras las gotas se resbalaban por su piel y el aliento entrecortado le salía en forma de vapor por los labios. Estaba exhausta. Estaba tan cansada que podría haber cerrado los ojos y perdido la consciencia, rendida por fin ante el peso de todo aquello que llevaba en sus hombros durante esos años de soledad y tristeza.

Una gran mancha roja impregnaba la tela blanquecina de su camisa apretada de cuello cerrado, indicando justo el lugar en donde Sasuke la había atravesado limpiamente con el acero. Por un momento sintió la necesidad de apretar esa zona que ahora comenzaba a punzar intensamente.

Y no era sólo su cuerpo el que punzaba de dolor. Se sentía tan desgastada que sus piernas cedieron y terminó arrodillada sobre el largo césped que nadie había cuidado durante los años de abandono que la casa había sufrido. Y ahí permaneció, con las manos apoyadas en el suelo, sin la fortaleza suficiente para poder ponerse de pie, dejando que la lluvia la emparara y se llevase consigo el malestar que sentía.

¿Cuánto de sí misma había perdido durante esos años de deambular hacia ningún lado, acompañada realmente de nadie? ¿Había algo que podía conectarla con la persona que había sido y que Sasuke había inquirido observando en sus memorias? En ese momento al menos, en medio de un sueño y una pesadilla, no hallaba algo que le permitiese encontrar un poco de paz en medio del torbellino de recuerdos que la atormentaban. Sasuke había hurgado en un lugar que pensó olvidado, enterrado por años de entrenamiento, oculto bajo la venda que Itachi ponía sobre sus ojos al caminar de aldea en aldea en oscuridad.

Sus gestos denotaban lo exhausta que estaba, entumecida, desmoralizada y deshecha, no por el dolor en su torso herido o la falta de alimentación adecuada, la pérdida de su chakra, el poco descanso o si quiera por haber tenido que revisitar esos dolorosos lugares perdidos en su memoria, sino por lo cansador que era para una persona haber cargado todo aquello que él había visto, en silencio, durante los últimos nueve años de su vida.

El Sharingan era un arma shinobi asombrosa y muy aterradora. Comprendía por qué tantas personas la deseaban cuando en un par de horas había conseguido destrozar algo que nunca nadie había quebrado, ni si quiera su padre.

Su esperanza.

Aun arrodillada, notó que a pesar de todo, no lloraba. Ya no había nada más dentro de ella que le diese si quiera fuerza para poder llorar. No había lágrimas mientras la lluvia la mojaba, sólo esa melancólica sensación de soledad y futilidad, de avanzar hacia la ruina, de buscar desesperadamente algo para seguir adelante. Fuese lo que fuese que le permitiera dar un paso detrás del otro hacia un lugar donde quizás, un día, la lluvia se detuviera.

Dejó que el agua la mojara, como si deseara limpiarse y deshacerse de aquello que la torturaba. Bajó el rostro para observar sus manos, limpias, que cuando pequeña se habían llenado de heridas al intentar aprender el puño gentil y que los últimos años se llenaban de sangre cuando asesinaba en silencio. Usualmente ignoraba esa parte de sí con una sonrisa servicial, dispuesta a mostrar su valía, de avanzar en pos de sus nuevos ideales que manchaban su consciencia de sangre. Pero ahora, sólo deseaba cerrar los ojos y desaparecer. Esas emociones la hacían sentir nuevamente como una niña perdida e indefensa.

Miserable.

Arruinada.

Sintió algo sobre los hombros. Algo que la cubría.

El Precio de la Paz [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora