CUARTO ACTO

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Cuarto Acto

GIBOSA CRECIENTE

Poco a poco la Luna comienza a iluminarse en su mayor parte que culminará en la siguiente fase: la Luna Llena.

Cuando el shuriken se clavó justo en medio del blanco en el punto negro, Hinata casi dejó salir un suspiro de sorpresa. Estaba a veinte metros del objetivo y aún así, había logrado darle.

Ella. El fracaso de su clan, la que nunca podía hacer nada bien, había logrado acertar a la perfección desde esa distancia, justo en medio del objetivo.

Sonrió suavemente, deseando que su padre la hubiese visto.

—Te dije que estabas sosteniéndolo mal, ¿ves la diferencia ahora? —le preguntó Sasuke algo irritado.
—Sí... —susurró bajando la mirada, sonrojándose de inmediato.

Sabía que el hermano menor de Itachi era muy bueno con el shurikenjutsu, pero no esperaba que en un par de horas pudiese cambiar tanto su perspectiva sobre cómo lanzarlos. Era fundamental para la supervivencia de un shinobi que pudiese emplear ese tipo de armas y a Sasuke se le hacía realmente fácil. Si era amable con él y se esforzaba en agradarle, quizás le siguiera enseñando. Necesitaba desesperadamente mejorar en la Academia si no quería llenar de vergüenza a su esposo cuando entregaran las tarjetas de calificaciones.

—Nii-san me enseñó, es muy bueno cuando se trata de esto —dijo con un leve toque de orgullo—. No puedo creer que nunca le hayas pedido que te entrene.
—Itachi-san... uhm... —comenzó a jugar con sus dedos; lo hacía cada vez que estaba nerviosa y a decir verdad, los ojos de Sasuke la intimidaban mucho más que los de su padre—. Siempre está ocupado. No quisiera molestarlo con algo así.
—Lo sé. Y si tiene tiempo practicará conmigo —dijo con algo de burla haciendo que Hinata tragara pesadamente la saliva que se acumulaba en su boca.

Nunca lo había visto así. Sasuke Uchiha, el prodigio, era alguien bastante solitario. Generalmente miraba mal a todos en la Academia e ignoraba a las chicas que se le acercaban a hablarle. A veces se aislaba tanto como lo hacía Naruto cuando la clase se burlaba de él, pero con lo poco que lo conocía, había comenzado a pensar que aquello se debía a que Sasuke pensaba que las personas sólo se acercaban a él por su apellido.

Podía entenderlo. Las personas sólo se acercaban a ella por ser la próxima líder del clan Hyūga y ahora, por ser la esposa del futuro líder del clan Uchiha.

Sasuke nunca había sido gentil con ella, ni si quiera antes de que fuese comprometida con Itachi Uchiha. Sin embargo, había hecho un gran esfuerzo ese día para que ambos conversaran y pasaran el día juntos.

Todo comenzó en la Academia, cuando un grupo de niñas más grandes la empujaron haciéndola caer sentada al suelo sólo porque Itachi Uchiha la había escogido como su esposa. Una de ellas fue incluso más lejos y se le acercó sosteniendo un frasco de tinta ordenándole que lo bebiera. Hinata estaba a punto de acceder a la orden, cuando un kunai hizo que el frasco se rompiera, manchando las manos y ropa de la joven que lo sostenía.

Todos los ojos se voltearon hacia la dirección de la cual había venido ese kunai, para encontrarse con un niño pelinegro, con rostro de pocos amigos, que miraba la escena con severidad.

"¿Por qué no la dejan en paz?"

Las niñas se alejaron rápidamente, dejando a Hinata en el suelo, con las mejillas sonrojadas y lista para llorar. Estaba acostumbrada a ese tipo de tratos por ser tan débil, pero en esta oportunidad... realmente no era su culpa. Ella nunca había querido ser la esposa del genio del clan Uchiha. No era justo que la trataran de esa forma. Estaba a punto de quebrarse cuando de pronto, vio una mano frente a ella.

El Precio de la Paz [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora