QUINTO ACTO

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Quinto Acto
GIBOSA ILUMINANTE

La luna está entre los 135 y los 180 grados por delante del sol; los que no saben la confunden con la luna llena, sobre todo el último día. Es el momento de atar los cabos sueltos o de introducir los cambios que hagan falta.

Las cosas no habían sido normales en ese hogar después del incidente con la policía de Konoha. Hinata lo sabía y no había absolutamente nada que pudiese hacer. Si antes Itachi no comía muy seguido con ellos, ahora simplemente evitaba cualquier contacto con su familia, llegando extremadamente tarde a su hogar y saliendo antes de que cualquiera despertase.

Sasuke tampoco la estaba pasando bien. Al igual que ella, parecía quedar atrapado en medio de esos problemas y cuando veía a su hermano apenas lograba saludarlo. Éste le respondía con una mirada seria y seguía su camino, sin muchas palabras, sin cordialidades, completamente ajeno en su propio mundo en el cual se refugiaba cada vez más seguido.

Sucedía algo similar con Hinata. Las noches que compartían la misma cama apenas le hablaba o miraba en su dirección, siempre dándose vueltas sin poder dormir. Tal vez si no hubiese sido tan cobarde le habría preguntando si había algo que le estaba molestando y cómo lo podía solucionar, pero al menos en esa ocasión, Hinata tuvo certeza que el problema no era ella; era él.

Él y su padre, Fugaku Uchiha.

Una hermosa mañana de día sábado, Sasuke y la jovencita se encontraban en el pasillo exterior del jardín. No estaban realmente hablando, pero no había nada que hacer aparte de mirar como subía y bajaba el bambú que se llenaba de agua en la fuente. Fue entonces que sintieron los pasos de Itachi quien pasó a su lado sin si quiera mirarlos. Tanto Sasuke como Hinata sintieron algo extraño y se reflejó en sus rostros apenados, cuando de pronto notaron que Fugaku Uchiha también estaba en el pasillo doblando por la esquina.

Itachi y él cruzaron sus caminos sin mirarse, sin desearse los buenos días, sin si quiera notarse uno al otro. Era la confirmación para Hinata de que el altercado con la policía de Konoha había dejado graves secuelas en la relación de ambos y que había un tema que los separaba gravemente y que ninguno quería discutir.

El hombre se encontró con ellos entonces y los miró un tanto extrañado, seguramente preguntándose qué hacían ahí o más bien, recordando que también vivían en esa casa.

—Buenos días, Tou-san —dijo Sasuke.
—Buenos días Uchiha-sama —repitió Hinata.
—Ah. Buenos días —les respondió él, como si recién notara que ambos estaban ahí— Sasuke, ¿cómo va la Academia últimamente?

Ni si quiera miraba a Hinata. Su atención permanecía por completo en su hijo menor quien pareció sorprenderse de que su padre finalmente notara su existencia. Un suave sonrojo apareció en sus mejillas y se paró derecho para responderle.

—Las clases son realmente aburridas porque siempre soy el mejor en todo.
—¿Ah sí?
—Sí.
—Sígueme —le ordenó y comenzó a caminar por el pasillo hacia la puerta de entrada—. También puedes venir Hinata. Es hora de que aprendas tu lugar en el clan Uchiha y tal vez se lo recuerdes a mi hijo mayor.

Hinata se encogió de hombros y siguió a ambos Uchihas sin saber dónde iban o qué estaban haciendo. No era apropiado cuestionar al hombre que mandaba en ese hogar. Si hubiese sido por ella se habría quedado con Mikoto Uchiha cocinando alguna cosa, pero no vio que la invitación de Fugaku hubiese sido opcional.

Mientras caminaban por la aldea, el hombre se dirigió a ambos.

—Los Uchiha ven a sus miembros como adultos cuando pueden realizar técnicas de fuego —dijo con solemnidad—. El emblema de los Uchiha es el abanico, que controla la fuerza de las llamas.

El Precio de la Paz [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora