TERCER ACTO - Un Motivo

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Hinata suspiró mientras veía a lo lejos las luces de Konoha en medio de la noche. El aroma de los árboles a su alrededor era tan nostálgico que deseaba llorar por perderse esa fragancia por tantos años. La imagen frente a ella la hacía sentir revitalizada y horriblemente melancólica. Todo su cuerpo vibraba expectante al saber que pronto llegaría a la aldea que la había visto nacer y que por tantos años pensó ya no existía.

Había transcurrido mucho tiempo desde su inusitada partida, tanto, que ni si quiera recordaba Konoha. Su ruido, sus calles y sus personas eran una memoria que guardaba en un lugar muy profundo de su mente, uno que no visitaba debido a la tristeza que le causaba recordar todo lo que habían perdido la noche de luna llena. Tenía imágenes vagas sobre la residencia de los Hyūga, otras sobre la Academia y algunas de su hogar junto a Itachi. Apenas quedaban trazos que la ataran a ese tiempo dentro de sus remembranzas, excepto los aromas, el sonido de las aves, el calor del sol en la mañana, los cerezos en flor durante la primavera y el sonido de la voz de su hermana. El resto era borroso, como una fotografía sepia que se deshace con el tiempo. Después de todo, había vivido más de la mitad de su vida deambulando por el mundo, temiéndole a Konoha y todo lo que representaba.

Se dedicó a mirar las estrellas recordando con dolor lo que se sentía ver un cielo sin nubes. Por años había extrañado poder sentarse a mirar su fulgor mientras vivía en Amegakure, en donde siempre llovía y el cielo era gris. Cada vez que salía de ese lugar se dedicaba a memorizar el centelleo de los astros y llevarlo consigo al volver, para esos días lluviosos en los cuales sentía que se volvería tan gris y mohosa como ese lugar. Una punzada le apretó el pecho al saber que había perdido de vista ese cielo por tantos años, deseando poder haber crecido con algo que la mayoría da por sentado; ver un cielo estrellado, el sol, el azul del cielo, las nubes blancas jugando con el viento.

¿Estará Itachi-san mirando las estrellas esta noche? ―se preguntó acongojada, añorando el recuerdo del hombre que amaba con tanta intensidad que dolía. Hubiese dado cualquier cosa por tenerlo junto a ella en silencio mientras ambos miraban ese cielo.

No obstante, volver a Konoha no era la experiencia que había imaginado por años. Aquello la hacía sentir un tanto desilusionada de esa idea romántica que había permanecido en su cabeza respecto a su país natal en la cual lo amaba y temía al mismo tiempo; en su infancia temiendole, en su adolescencia añorándolo al saber que no sólo Sasuke Uchiha estaba vivo, sino que muy probablemente todas las personas que ella había conocido durante su infancia también lo estaban.

Para su desilusión, sabía que más allá de las murallas de la Aldea no había persona alguna esperando por ella. De hecho, estaba bastante segura que era todo lo contrario. Después de los horribles actos que venía cometiendo, de seguro era una enemiga para las personas de ese lugar y su nombre muy probablemente estaría pronto dentro del libro Bingo bajo algún alias desconocido. Sus metas y ambiciones, las ideas de paz que Akatsuki venía construyendo desde Amegakure, contrastaban con aquellos ideales egoístas y patrimoniales de la aldea Shinobi de la Hoja. Estar ahí la hizo experimentar la sensación de ser una extraña sin nada que la arraigara a Konoha excepto sus memorias y una persona más que guardaba en su corazón con tanto amor como guardaba a Itachi.

Hanabi está aquí ―pensó frunciendo los labios―. En algún lugar de esa aldea está mi hermana...

Y aquello era una gran presión; un dolor en el pecho que no podía apaciguar. Muy probablemente Hanabi ni si quiera la recordara, pero ella había vivido todos esos años llorando el recuerdo de su hermana cuando la pensó muerta y extrañándola cuando supo que seguía viva. Hanabi era alguien amado que hubiese querido contactar. Pero no podía hacerlo. Nadie del clan Hyūga debía enterarse que seguía con vida o su existencia se volvería un infierno. Ella lo sabía. Si bien en ese momento no sentía ese lugar como su propio hogar, era el de su familia y de todas las generaciones de su clan. Sus raíces estaban entrelazadas en esas tierras cálidas en donde el sol brillaba en lo alto y las estrellas resplandecían en la noche. Por lo mismo, el Clan Hyūga no habría dudado en asesinar a uno de los suyos si aquello significaba proteger al resto del clan y la Aldea.

El Precio de la Paz [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora