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Tu amiga te envolvió en un fuerte abrazo mientras os despedíais.
"Te veré pronto, ¿sí?" Sonreíste mientras envolvías tus propios brazos alrededor de los de ella.
"Por supuesto." Ella te dedicó una brillante sonrisa mientras te soltaba, tú haciendo lo mismo. "Envíame un mensaje de texto cuando llegues a casa, ¿de acuerdo?"
A Erika no le gustaba mucho la idea de que caminaras sola a casa en la oscuridad. Si estabas siendo honesta, el pensamiento también te asustó. Caminar un par de cuadras de noche un viernes por la noche en este pueblo no era muy seguro.
No era un secreto. De hecho, cada vez que salías a algún lado, podías escuchar a alguien hablar de ello con un amigo o familiar. Había un asesino suelto en Woodsboro. Todos estaban nerviosos ante la idea de que ellos o uno de sus seres queridos fueran los siguientes.
Él o bien ella, ya había conseguido un par de desafortunados adolescentes. ¿Quién sabía quién iba a ser el próximo?
Casey Becker era una chica que considerabas una de tus buenas amigas. Una vez que escuchaste lo que les había pasado a ella y a Steve, te quedaste devastada y conmocionada.
Le dijiste adiós a tu amiga, que te miraba preocupada, y saliste de su casa. Bajaste los escalones y empezaste a caminar de regreso a casa.
Estabas completamente consciente de tu entorno, cada pequeño ruido llamaba tu atención. Decir que estabas siendo paranoica era probablemente un eufemismo.
Continuaste la caminata, sintiéndote reconfortada por las luces de la calle de que no estabas en la oscuridad total.
Un par de minutos después, te estabas acercando a tu casa. En contra de tu mejor juicio, entras en un callejón para acortar tu caminata.
Mientras caminabas por el espeluznante callejón, un grupo de hombres que parecían tener cuarenta y tantos años apareció delante y detrás de ti.
Te congelaste en el lugar cuando te acorralaron. Había cinco de ellos, no hay nada que puedas hacer en esta situación. No tenías nada contigo, dejándote completamente indefensa.
"Oye, guapa. ¿Qué hace una cosa joven como tú en un sitio como este?" Uno de ellos preguntó mientras pasaba su mano por tu mejilla.
Estabas demasiado asustada para siquiera hablar cuando se acercaron aún más, rompiendo por completo tu burbuja de espacio personal. Podías sentir cada una de sus manos sobre tu cuerpo, haciéndote temblar de asco.
De repente, uno de ellos comenzó a soltar ruidos extraños, haciendo que todos volvieran su atención hacia él para ver su garganta abierta y la sangre ahora cubriendo su ropa.
Antes de que alguno pudiera reaccionar, le pasó de nuevo a otro de los hombres. Aprovechaste esta oportunidad para patear a uno de ellos donde el sol no brilla y lo hizo arrodillarse de dolor.
Llevaste tu puño hacia atrás antes de golpear al hombre en la mandíbula. Cayó al suelo antes de que le clavaran un cuchillo en el estómago.
La persona enmascarada que hizo todo esto, se puso de pie lentamente y te miró, pero en lo único que podías concentrarte era en el cuchillo que brillaba a la luz de la luna y estaba cubierto de sangre.
Jadeaste una vez que te diste cuenta de lo que había sucedido. Claro, estos hombres probablemente se lo merecían, pero aún eran personas y eso seguía siendo un asesinato.
La persona levantó la cabeza antes de hablar. "¿Dónde vives? Te llevaré a casa". Debe de tener un cambiador de voz o algo así porque la voz de la persona no sonaba bien.
Temblorosamente señalaste con un dedo tu casa, que estaba justo a la vista. El misterioso enmascarado asintió y comenzó a caminar hacia allí. Lo seguiste lentamente, apartando la cabeza de los cadáveres.
Una vez que llegasteis a tu puerta, te miró. "¿Eres tú quien ha estado haciendo toda esta matanza?" Preguntaste en voz baja. La persona asintió. "¿Por qué me salvaste?" Ahora cuestionaste.
"No podía dejar que eso te pasara a ti. Probablemente no te lo mereces". La persona habló. Se olvidó de usar su cambiador de voz y algo te sonó familiar en su voz. "De todos modos, buenas noches". La persona misteriosa habló antes de girar y desaparecer en la noche.
Dejaste escapar un suspiro, entraste a tu casa y cerraste la puerta detrás de ti, la persona enmascarada todavía en tu mente.
