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AU: Tu mundo es blanco y negro hasta que cruzas los ojos con tu alma gemela.
Dejaste escapar un suspiro mientras te recostabas en tu sofá, la música sonaba de fondo, los pensamientos se arremolinaban en tu mente.
Justo ahora, deseabas poder ver la televisión. Bueno, podrías, aunque no sería precisamente muy entretenido por el hecho de que no ves.
La música era una de tus cosas favoritas en todo el mundo. Se podía oír y por lo general contaba una historia de algún tipo.
La música estaba lo suficientemente alta para que la escucharas, pero todavía baja para que pudieras escuchar si algo sucedía a tu alrededor. Verás, tus padres salieron temprano esta mañana a desayunar con algunos de sus amigos, así que estabas sola en casa. Además de eso, eras una persona muy paranoica. Tal vez fue porque no veías, pero estabas demasiado paranoica por tu propio bien.
Asentiste con la cabeza y tarareaste un poco la música, sintiéndote relajada.
Un fuerte golpe en la puerta te sobresaltó. Lentamente te levantaste del sofá y te guiaste hasta la puerta principal. Buscando a tientas el pomo, lo giraste para abrirlo.
"¿Hola?" Hablaste en voz baja, sin saber quién estaba en la puerta.
"Hola. Vivo al lado y..." su voz se apagó. Sonaba como un hombre, un poco mayor que tú. Su suave voz envió escalofríos por tu espalda. "Colores." Él susurró en voz baja para sí mismo, tú lo escuchaste.
"Pruébalo." Cruzaste los brazos, tus labios formando una línea recta.
La gente se te acercaba todo el tiempo y te decía que veía colores cada vez que te miraban a los ojos, pero siempre era una especie de broma porque siempre se reían al final y aparecían otras personas cerca.
"¿Por qué necesito probarlo? ¿No puedes verlos?" El chico cuestionó, solo podías imaginar que estaba levantando las cejas en forma interrogativa.
"No, soy ciega".
"Oh, mierda. Bueno... ¿cómo te lo demuestro?" Hizo otra pregunta. Te encogiste de hombros. "Bueno, um, hay un color claro en el cielo, es hermoso. Estoy bastante seguro de que es azul. Es muy relajante". Habló.
Su voz sonaba tan sincera que no podías evitar creerle. "Está bien... te creo". Dejaste escapar un suspiro. "Pero si te estás metiendo conmigo, que Dios te ayude".
"No lo hago... ¿la gente se mete mucho contigo?" Él cuestionó.
Asentiste con la cabeza con el ceño fruncido. "A la gente le gusta aprovechar el hecho de que no tengo vista y no puedo descifrar quién es realmente mi alma gemela". Hablaste en voz baja. "Dicen que pueden ver colores, sabiendo que yo no puedo ver nada".
"Eso es horrible..." se desvaneció. "Sé que nos acabamos de conocer y no confías en mí, pero quiero que sepas que no te haría eso". Habló con sinceridad.
Soltaste un suspiro y asentiste. "Está bien... confío en ti". Hablaste.
"De todos modos, soy Mark Hoffman". Habló, agarrando suavemente tu mano para que pudieras estrechar la suya.
