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Te habías puesto uno de tus atuendos favoritos con el que creías que te veías mejor y te admiraste en el espejo.
Hiciste un pequeño giro y asentiste con aprobación a tu atuendo.
Escuchaste un golpe en la puerta desde abajo, lo que te hizo bajar rápidamente y abrirla para revelar a tu novio con máscara de hockey.
Le sonreíste y lanzaste tus brazos alrededor de su cuerpo alto y musculoso. Con cuidado, te rodeó con sus brazos y te abrazó.
Los abrazos son muy reconfortantes y te sientes segura en los brazos de Jason. Más segura que nunca te has sentido en ningún otro lugar o con nadie más.
Respiraste su aroma, que era sorprendentemente agradable. Olía como un bosque en un buen día. Sonreíste en su pecho antes de alejarte y mirarlo.
"Hola Jason." Le diste una de tus clásicas sonrisas cursis.
"Hola... T/n". Habló lentamente. Una sonrisa se formó en sus propios labios, pero no se podía ver debido a la máscara de hockey que ocultaba su expresión.
Os dirigisteis al Campamento Crystal Lake. Pasabas mucho tiempo en el campamento en comparación con tu propia casa. Pero la mayoría de tus pertenencias estaban en tu casa. Así que fuiste allí para prepararte para la pequeña cita de hoy. Vivías a unos diez o quince minutos a pie del campamento.
Jason trató de pasar tanto tiempo contigo como pudo, pero pasa mucho tiempo lidiando con los adolescentes que vienen a su campamento.
Por supuesto, te molestaba que te abandonara, pero lo amabas y comprendías que no quería adolescentes imprudentes en su campamento. Así que te fuiste a una cabaña lejos de todo el caos y esperaste pacientemente a que Jason se encargara de ellos.
A veces, la gente entraba en tu cabaña, huyendo de Jason, y tenías que ocuparte de ellos tú misma. Cosa que a Jason no le gustaba, pero querías ayudarlo.
Habíais acordado salir al menos una vez cada dos semanas. Al decir salir, te refieres a cosas simples como ir de picnic, acurrucarse u otras cosas simples que no requieren que Jason se aleje de su campamento.
Caminabais de la mano, en un reconfortante silencio. Le echaste un vistazo a todo, aunque lo has visto todo muchas veces.
Una vez que llegaste a la pequeña área que Jason había preparado para vosotros, miraste todo con asombro.
Algunas luces fueron colgadas de árbol en árbol. Los árboles estaban casi en un círculo perfecto alrededor de una manta que yacía en el suelo en el medio.
Parecía tan simple, pero algo tan mágico y que nunca olvidarías.
No pudiste detener la sonrisa que comenzó a formarse en tus labios mientras mirabas todo. Miraste a Jason y le diste una sonrisa apreciativa. "Esto es hermoso, Jason".
No estabas segura, pero supusiste que estaba sonriendo debajo de la máscara. Le habías visto la cara, pero sabías que prefería quedársela, así que respetaste sus deseos y se lo permitiste.
Os dirigisteis hacia la manta y os sentasteis. Se podía ver la vista de la puesta de sol sobre el lago. Sonreíste suavemente cuando comenzaste a sacar algo de comida de la canasta que habías llevado contigo.
Comenzasteis a comer en un pacífico silencio. Por lo general, era así, sin embargo, no te importaba. Solo estar cerca de él te hacía feliz. No había necesidad de palabras.
Una vez que terminó de comer, Jason se alejó de la manta y se alejó de ti. Te dio la espalda y comenzó a hacer algo. Te encogiste de hombros y continuaste comiendo tu comida.
Un rato después, Jason se acercó a ti y volvió a sentarse. Lo miraste para ver que sostenía una corona de flores con flores blancas y celestes.
Te quedaste boquiabierta. Claro, no era el mejor y le vendría bien un poco de trabajo, pero el esfuerzo y el pensamiento que puso en él fue suficiente para hacerte feliz.
La colocó encima de tu cabeza y tú le agradeciste besando su máscara.
Se hizo un poco más tarde y el sol se puso. Las estrellas y la luna ahora eran visibles. Jason y tú comenzasteis a caminar de regreso a su cabaña, una vez más, tomados de la mano. Su gran mano sostuvo suavemente la tuya, como si estuviera preocupado por lastimarte.
Entrasteis a la cabaña y os preparasteis para ir a la cama. Os acurrucasteis en su cama y él te rodeó con sus brazos y rápidamente se durmió.
Sonreíste suavemente, tus manos se movieron hacia su rostro y le quitaste la máscara, colocándola en la mesita de noche. Sabías que no era cómodo dormir con esa vieja cosa.
Le sonreíste a su forma pacífica antes de caer en un sueño profundo, en los brazos de tus amantes.
