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Billy y tú habíais pasado por todo. Subidas, bajadas, giros y vueltas. A lo largo del lío que fue vuestra relación, ambos os mantuvisteis unidos. Bueno, te quedaste con él. Realmente no podrías decir que el favor fue devuelto.
Pero así era y ya estabas acostumbrada. Ser dada por sentada y utilizada... una segunda opción.
No había una sola cosa que no hubieras hecho por él. Él te tenía completamente envuelta alrededor de su dedo meñique y él lo sabía. En el fondo, tú también lo sabías, simplemente no querías admitirlo ante nadie, ni siquiera ante ti misma.
Eventualmente, saliste del pequeño trance en el que te puso y la realidad te golpeó en la cara.
No estabas en la relación feliz que te merecías. No estabas recibiendo la atención que definitivamente merecías.
Entonces, una vez que te diste cuenta de lo infeliz que realmente eras, dejaste de intentarlo. Renunciaste a mantener la relación con él. Especialmente después de que te diste cuenta de que eras la única que intentaba hacer que funcionara.
Te permitiste conocer a otras personas y experimentar lo que se siente tener a alguien que se preocupa por ti como tú te preocupas por ellos. No tener una relación unilateral.
Tus amigos, familiares y todos los que te rodean notaron tu cambio de humor. Cómo eras mucho más feliz de lo que nunca habías sido una vez que finalmente lo dejaste ir.
Stu te brindó el respeto y la atención que merecías y anhelabas. Stu siempre hizo tiempo para ti y se esforzó al máximo para traer una sonrisa a tu rostro.
Saliste con Stu un día cuando Billy te vio con él. Él pudo ver la diferencia.
Parecías más feliz.
Tus orbes eran brillantes y felices. Una sonrisa estaba en tus labios mientras mirabas a tu nuevo amante, sin darte cuenta de que tu amante anterior estaba mirando.
Billy frunció el ceño, dándose cuenta de todas las cosas que hizo mal, pero sus labios se levantaron lentamente en una sonrisa una vez que se dio cuenta de que estabas contenta con Stu.
