MILA
De las sensaciones que más odio en la vida es: no tener el control de las cosas.
Cuando mi mamá murió tome las riendas de la casa, papá se hundió tanto en su trabajo que estaba completamente perdido en la vida, por momentos se olvidaba que tenía dos hijas que cuidar, una de 15 y otra de 11, ambas en plena adolescencia, no me atrevo a reprochárselo porque lo entiendo, había perdido a la mujer de su vida y una parte de él había muerto con ella. Lizzy era menor y me toco con ella vivir ese luto, me arme de valor para ser la fuerte de los tres. No pude doblegarme de dolor todo ese tiempo, lo acumule tanto que ahora me estaba cobrando factura con el pasar de los años, mientras encontraba mi manera de sobrevivir al dolor me llene tanto de actividades y tareas de la escuela. Mis tiempos libres los dedique a ser niñera de los hijos de una familia joven.
De toda esa etapa difícil resulto lo que soy ahora, todo lo analizo con anticipación, reprimo mis sentimientos y los impulsos son mi peor enemigo; nunca hice locuras en la universidad, toda mi dedicación fue para mi futuro.
Mi futuro después de separarme de Sebastián lo tenía fríamente calculado, conseguir un empleo en una firma reconocida, en la primera oportunidad que saliera levantaría la mano, demostrando todo mi potencial para crecer más y más, para mis hijas y para mi familia.
Él no estaba en mis planes, heme aquí refugiada en los brazos más cálidos que nunca en mi vida habían abrazado, su cabello alborotado caía en la almohada y parte de su cara, un brazo bajo su nuca y el otro aferrado a mi cintura. Nos cubría una ligera sábana blanca.
Verlo era como caer en el trance de una droga. Joshua Hutch era tan malditamente perfecto, pero al mismo tiempo tan malditamente erróneo.
Y ruego a Dios, a los santos, a las estrellas a lo que sea que este ahí a fuera que no se convierta en mi peor error.
Perdí la noción del tiempo una vez que terminamos por segunda ocasión en la madrugada. Veo el techo y la habitación, tengo demasiada sed y todo mi interés por saber dónde rayos había soltado mi bolso.
Dibujo la línea de su rostro con mi índice, como si tocarlo fuese un delito, con la poca luz que se filtraba de la mañana, me muevo para levantarme, él me estrecha con más fuerza, dejo pasar unos minutos cuando noto que su respiración se pausaba, con tristeza despego mi rostro de su pecho y lentamente me separo. El frío piso cala en las puntas de mis pies, recojo mi ropa húmeda del suelo, de puntillas corro al baño.
Me coloco una bata de baño que colgaba de un estante, limpio mi cara de los rastros de la noche, no me veo tan fatal. En el umbral de la puerta veo al hombre aun dormido sobre esa grande cama.
Salgo en silencio de la habitación, con las yemas de los dedos toco el papel tapiz del pasillo, mi bolso está tirado a mitad del vestíbulo. Lo abro y reviso mi celular 6:55 am, ningún daño.
En el camino hacia este departamento le di la excusa a mi papá que pasaría la noche en casa de Sarah, cosa que jamás en la vida había hecho, en lugar de extrañarse me felicito por haberme dado un día de chicas.
Enciendo las luces y entro a la cocina, me quedo embobada con lo enorme que era, el sueño de muchos a los que nos gusta cocinar, la de este lugar no le pedía nada a la otra de su casa. Muero de sed y hambre, camino al refrigerador observando que no tiene nada comestible, solo jugo, botellas de agua y vino.
—Creí que te habías marchado y dejado en la lista de los usados— la voz ronca de Hutch me estremece, está detrás de la puerta del refrigerador mientras yo lo asaltaba.
—Buenos días— sonrío culpable con un vaso de jugo en la mano.
—Te prestare ropa, ahora vuelvo— sale de la cocina y regresa minutos después con una playera y un pantalón de Chandal doblado, la tomo y camino al baño.
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Durante una mirada
Любовные романыEL ORGULLO ES El ÚNICO VENENO QUE TE PUEDE INTOXICAR SI NO TE LO TRAGAS A TIEMPO -EN EDICIÓN- ¿Harán a un lado sus prejuicios para luchar por ese inesperado amor?