MILA
Despierto en los brazos de Hutch, sintiéndome protegida, cuando me prometí a mí misma que no dormiría, solo velaría su sueño, pero heme aquí apenas despertando.
Veo el reloj de mi muñeca dormí alrededor de dos horas, con la vista recorro cada rincón de la habitación, de tonos blancos y grises. El dolor en el pecho que tuve hace unos días en la casa de sus padres vuelve a molestarme.
Me muevo sigilosa de sus brazos y salgo corriendo, mi mente me hace una de sus tantas jugadas recordándome donde estoy parada, jamás dormiría en la cama en la que él estuvo con su esposa o en la misma habitación, por respeto a ella.
Sigue siendo de día por lo que aún me queda tiempo para preparar algo para cuando despierte. Bajo las escaleras y me topo con el personal de la casa, son amables al recibirme, me detengo en un pasillo de la planta baja cuando una mujer de alrededor de 50 años se detiene frente a mí.
—Buen día señorita le ¿puedo ayudar en algo?
—Hola, soy Mila. Estoy bien gracias, solo que el Sr Hutch no se ha sentido muy bien que digamos.
—Puede llamarme Mer, soy la ama de llevas de la casa. ¿Está descansando? —asiento— ¿Quiere que les prepare algo?
—No quiero molestarla, ¿podría yo cocinar? —pregunto temerosa.
—Por supuesto acompañeme— me guía a la cocina —¿Quiere que le ayude?
—Estoy bien de verdad, solo quisiera dejarle algo de comer antes de irme.
—Puede usar todo lo que gusté.
Dice invitándome a usar lo que quiera en la hermosa cocina blanca, que se extiende por toda la parte trasera de lo que es la sala. Me hace unas cuantas preguntas curiosas.
Abro dos puertas en la parte posterior de la cocina para buscar algún sartén, me quedo estática al ver lo que hay dentro.
—Ahí es donde suelo guardar el café— Dice Mer que esta recargada en la isla. Mi atención no va al café va a los contenedores de acrílico repletos de té. Tomo uno grande y pesado que tiene muchas divisiones, cargado de todo tipo de variedad. Y no es solo eso, son de las marcas importadas que encontré hace unos días en la oficina.
—¿Le gusta el té? —lo abro y rozo mis dedos por los sobres— El Sr Hutch no suele tomar, de hecho no estaba enterada de que le gustara, hasta que hace unos días nos pidió que hiciéramos un pedido grande de toda la variedad posible—La miro boquiabierta por la revelación.
—Si soy una gran amante del té. — Regreso el recipiente a su lugar, agito la cabeza sin creer lo que me acabo de enterar, quiero dejar escapar un grito de emoción, pero lo aguanto. Ciento un estallido en el pecho, como si recibiera una fabulosa noticia.
Mer me pregunta que tengo pensado hacer y me ayuda a sacar verduras y todo lo necesario del refrigerador.
—¿Ha trabajado por muchos años con la familia Mer?
—Mas de 10 años, inicie trabajando con sus padres y cuando el joven Hutch se casó, me propuso venirme con la familia que había formado. La Sra. Susan...
Se detiene en seco. Alzo la vista para encontrarme con la de ella, su tono de voz me dice que le cuesta mencionarla.
—Está bien Mer no se preocupe.
—No quiero incomodarla, es que como es la primera vez que el Sr Hutch trae a casa a una mujer después de años. Desconozco su relación con el Señor por lo que no se si debo seguir hablando.
—No tenemos que hablarlo, no te preocupes.
Minutos después de que el pollo este hirviendo en una olla, comienzo a picar las verduras.
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Durante una mirada
RomanceEL ORGULLO ES El ÚNICO VENENO QUE TE PUEDE INTOXICAR SI NO TE LO TRAGAS A TIEMPO -EN EDICIÓN- ¿Harán a un lado sus prejuicios para luchar por ese inesperado amor?