EXTRA II.- PEQUEÑO ACCIDENTE

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HUTCH

Parece que mi equipo no puede resolver las malditas cosas solos. Tengo que volver a quedarme otras horas para arreglar todos los desastres de los incompetentes. Mas del imbécil de Cooper. 

— ¿Jackson?

De nuevo aquí trabajando tan tarde toda la semana, contratos, firmas, licitaciones que corregir y siento que entre mas delego responsabilidades, terminan peor.

—¿Señor?

—¿Los niños han llegado?

—Están en casa de sus madre señor— espero que no estén molestos conmigo porque les había prometido en llevarlos a cenar. Y lo peor es que Elliot aseguro de que les iba a volver a quedar mal.

Apoyo los codos sobre el escritorio y comienzo a dar un masaje en mis sienes con los dedos. —Por favor que alisten todo, nos retiramos en 10 minutos.

—Por supuesto. Rob a alistado su motocicleta y su equipo de seguridad esta en su closet.

—Perfecto— le agradezco el gesto y el hombre de lentes sale de mi oficina.

La cabeza me va a explotar, quiero armar el plan para este fin de semana con los niños. Podría llevarlos a la pista, podría solo llevarlos con mis padres ya que aman estar en el jardín con el perro que les regalo Elliot.

Podría...

Entro al baño y me deshago de mi ropa, ajusto mi chaqueta negra y calzo mis botas.

Cuando abro la puerta el equipo de seguridad conformado por el enorme hombre calvo de Rob ya están esperándome, me llevan por el elevador que casi nunca uso. Como es viernes el lugar está despejado, no corro el riesgo de encontrarme con algún empleado malhumorado.

Son pocos los minutos del trayecto al estacionamiento donde me espera mi motocicleta y las camionetas que me escoltaran, esto es solo un pequeño tiempo para mi.

—Una vez que me dejen que te lleven a casa Jackson— el hombre asiente —Gracias.

Me coloco el cacso y ajusto mis guantes y hago rugir el motor. Por un atisbo de instante miro al cielo y suspiro justo cuando bajo la vicera, para ponerme en marcha.

Quedan pocos autos en el lugar por lo que aun así no acelero, veo varios autos y me doy una pequeña vuelta rodeándolos en cierta hilera, pero...

Sucede en un parpadear.

Uno.

Dos.

Tres segundos.

Mi cuerpo reacciona, ladeo el vehículo, las llantas rechinan, doy gracias al cielo que no iba a tanta velocidad, me abalanzo y cubro el cuerpo que se ha atravesado.

Mi instinto lo hace, lo cubro, lo protejo de un impacto o de algo estúpidamente catastrófico.

Estoy en el suelo, tengo un cuerpo encima de mi brazo pero suspiro de alivio. Un fuerte zumbido me quiere reventar los oídos. 

¿Cómo paso esto? ¿Cómo pude haber atropellado a alguien?¿Morimos?

No, estamos vivos. Dejo que mi cabeza se recueste en el asfalto. Miro hacia a un lado la moto esta a varios metros.

Es una mujer la que tengo en mis brazos.

—¿Está herido? — balbucea. 

Espero que no. Y tampoco ella. Escucho las camionetas llegar, los pasos se aproximan.

—¡Señor! ¡Señor! ¿Están bien? —Nos rodean mis hombres, ojalá que el maldito seguro abarque los golpes.

Jackson es el primero en venir a nosotros. —¿Señor se encuentra bien? ¿Señorita?

Durante una miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora