Nuestra química

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–Eddie...– le dije.

Estaba sentado en la banca del centro de comercio de drogas, y cuando me escuchó hablarle se dio la vuelta. Me apoyé en el suelo sobre mi rodilla izquierda.
–Cásate conmigo– le dije mostrándole el anillo de plata.
–Claro que sí.– dijo tras dar un enorme suspiro. Nos echamos a reír.
–¿Dónde estaba?– dijo tras tomar el anillo y ponérselo.
–Debajo de la cama, no tengo ni idea de cómo diablos llegó ahí.– me senté en la banca frente a él.

El sábado mamá, Tom y un amigo de Tom habían ido a un bar por unos tragos, así que no dudé en meter a Eddie a escondidas en la casa.
Estuvimos escuchando su música favorita y teniendo sexo como nunca hasta ese momento. Hasta nos dimos un baño juntos, y ¡carajo!, me pregunté cómo había vivido hasta ese momento sin hacer el amor con Eddie Munson, con el agua tibia corriendo por nuestros cuerpos.
Al salir de la ducha iba a secarme, pero él me sujetó de la cintura, me lanzó a la cama y tuvimos otra ronda.
Pasaba de media noche cuando nos acostamos completamente exhaustos, con nuestros cuerpos cubiertos solo por una sábana delgada. Un rato después se dio cuenta de que le hacía falta uno de sus anillos, pero ninguno tenía fuerza suficiente como para ponerse a buscarlo, así que le prometí que lo buscaría durante el día.

–Gracias, cariño.– dijo acomodándolo en su dedo.
–Por mucho que me guste cuando me golpeas con esos metales puestos, tal vez debas quitártelos la próxima vez.
–Oye, ¿no te gusta?
–Ya dije que sí.
–No, pero lo dijiste con tu tono sarcástico, conozco ese tono.– dijo señalándome.
–Bueno, a veces lo haces muy fuerte, Eddie.
–¿Cómo voy a saber si te golpeo muy fuerte? Debes decirme. O ¿ya no quieres que te golpee?
–Oye, esta conversación está muy rara, hablemos de otra cosa ¿sí?– le dije riendo.

Se quedó en silencio con los ojos entrecerrados.
–¿Dejarías que te amarre?
–Sí, ese es un muy buen tema de conversación.
–Pero entonces, hipotéticamente hablando, claro, si yo quisiera en algún momento amarrarte, ¿te dejarías?
–Si no me duele sí.
–¿En serio?– dijo con una sonrisita y se relamió.– ¿o solo estás de insitadora otra vez?
–¿Otra vez?– reí– ¿como cuándo?

Se levantó y se subió a la mesa para pasarse a mi lado de la banca, donde se sentó. De nuevo entrecerró los ojos y me señaló.
–Como esa vez en la que me dijiste que ibas a...– levantó las cejas y bajó la mirada.
–Eddie Munson... nunca te dije que lo haría.
–No como tal, pero lo insinuaste y me dejaste ahí, tonto y caliente, por lo tanto eres una...
–...insitadora.– lo interrumpí terminando la oración. Era su forma favorita para referirse a mí cuando estábamos jugando.

Le sonreí y atraje su cabeza para besarlo.
–Voy a hacerlo.– le susurré después.
–Sí, claro.
–Ya lo dije, deberías estar feliz. Tienes a alguien que ama cumplir tus estúpidos caprichos.
–Siempre dudas, pero cuando te tengo para mí te retuerces de placer.– dijo apretando mi mandíbula con su mano derecha.

~

Caminamos hasta su auto y fuimos a su casa, los exámenes estaban cada vez más cerca así que acordamos estudiar química y matemáticas juntos... mala idea.
–¿Quieres concentrarte?– le pregunté.
Estaba acostado en el suelo, arrojando una pelotita de goma hacia arriba intentando que no cayera al suelo.
–Sí, de acuerdo.– se levantó y se sentó junto a mí.

Se distraía mucho, pero logré que me dijera de memoria la mitad de los elementos de la tabla y que hiciera varios ejercicios de matemáticas correctamente.

–¿Cómo es que eres tan inteligente?– preguntó. Estaba "tomando un descanso", acostado en el sofá con la cabeza sobre mis piernas, yo quería seguir estudiando, así que puse el cuaderno sobre su cara, haciendo que su voz sonara amortiguada.
–Tú eres inteligente, Eddie, es solo que no te tomas en serio esto. Si te esforzaras en aprender las fórmulas tanto como te esfuerzas en aprender los nombres, las características y los poderes de cada personaje fantástico que lees tendrías diez en química y en matemáticas.
–Lo haré, lo prometo.– dijo apartando el cuaderno de su cara y sonriendo.
–Perfecto, empieza desde ahora.– tomé su cuaderno y lo puse sobre su estómago.

Wake me up [Eddie Munson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora