Paraíso con aroma a Munson

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Ahora sí, contenido +18, quedan advertidxs.

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Nos quedamos un segundo en silencio, mi cara aún seguía contra su cuello, inhalando su aroma. Era una mezcla de perfume y cigarrillos, pero me resultaba extrañamente agradable, no tanto por el aroma en sí, si no por la persona a la que pertenecía.
–Claro que sí, cariño– susurró. Y mi corazón comenzó a palpitar aún más rápido.

Acarició mi rostro y me besó, con tanta exquisitez como solo él podía. Deboramos nuestras bocas durante un buen rato y luego bajó hasta mi cuello, para depositar en él besos húmedos y excitantes. Agarró uno de mis pechos con su mano y lo masajeó sobre la camiseta, apretándolo y pasando su pulgar por mi pezón mientras sus labios seguían concentrados en mi cuello, sentí como mis bragas se humedecían ante aquellos estímulos y no pude evitar gemir.
Después Eddie me empujó para dejarme de espaldas contra la cama y se puso encima de mí, solo medio apoyado sobre mi pelvis, tomó el extremo de mi camiseta y comenzó a subirla con ambas manos hasta dejar libres mis pechos y la retiró completamente. Luego él se fue liberando de su ropa, primero su camiseta, luego bajó sus pantalones de dormir, haciéndose a un lado para sacarlos de sus piernas. Cuando se recostó sobre mí, pude sentir su piel contra la mía, brindándome un calor recorfortante, además sentí la dureza de su miembro presionando contra mi pelvis, mientras nuestras lenguas libraban una batalla entre ellas.

Cada segundo que pasaba quería más de Eddie. Ya había bajado su boca hasta mis pechos, que lamía y succionaba con violencia, haciéndome gemir, tanto de dolor como de placer. Y sus manos vagaban por mi abdomen, inquietas.
–Eddie...– dije con voz suplicante– Eddie... por favor, te necesito... Eddie...

Así que respondiendo a mis súplicas llevó sus manos a la última prenda que cubría mi cuerpo y la bajó por mis piernas, dejando mi cuerpo completamente desnudo y dispuesto para él.  Después se quitó también su ropa interior, mostrando su virilidad, totalmente erguida y lista para atacar.
Empezó a besar mi vientre y subió nuevamente a mis pechos, luego a mi cuello y luego de nuevo a mis labios, pero su mano derecha bajó por mi ombligo y dos de sus dedos entraron en mí, haciéndome gemir incontrolablemente.
Llevé mis dedos hasta su espalda donde clavé las uñas, luego los enredé entre su cabello.
–¡Eddie, maldita sea!– gruñí en su oído.
Y lo escuché soltar una risita.
–Solo quería jugar un rato.– susurró.

Se levantó un poco y tomó su miembro para colocarlo en posición de ataque. Y tras darme un pequeño beso en el cuello empujó su cuerpo hacia adelante, penetrándome con fuerza, hundí mi boca en su hombro, que ahogó mis gritos.
Dolió un poco al principio, pero luego comencé a sentir que cada embestida era como un salto que me dejaba tocar el cielo. Saltaba y saltaba mientras la respiración agitada de Eddie Munson sonaba en mis oídos como una dulce melodía.
Rodeé su trasero con mis piernas, sujetándome a él. Uno de sus brazos estaba entre la almohada y mi cabeza, en este brazo apoyaba su peso para no recargarse completamente en mí, y el otro conducía a su mano por mi torso, acariciando, arañando y apretando.
–Eddie...– dije jadeando en su oído– ...quedémonos así... por siempre. Hazme el amor... para siempre.

Al escuchar esto comenzó a moverse más rápido, sus embestidas se volvieron más violentas y empezó a gruñir en mi oído.
–MIERDA... SÍ– gruñó– Eso es... lo que quiero... quiero que seas... mía... para siempre.
–Soy tuya... soy solo... tuya.

Juntamos nuestros labios una vez más en un beso que parecía desesperado, desesperado por hacernos sentir más cerca del otro de lo que ya estábamos. Luego sentí cómo los movimientos de Eddie parecían volverse erráticos y su cuerpo se tensaba, lo supe, estaba al borde del éxtasis. Subí mi mano hasta su cabello, que empezaba a humedecerse de sudor a causa del esfuerzo.
Eddie besó mis labios y luego hundió su cara en mi cuello, como yo solía hacerlo con él. Cuando sus dientes se clavaron en mi piel, su miembro entraba y salía de mí, y su mano se aferró a mi pecho izquierdo, lo sentí, yo también estaba al borde.
Lo escuché gruñir una vez más, pero mucho más fuerte que antes, y sentí cómo estallaba dentro de mí, lo que a su vez provocó que yo también lo hiciera. Me sujeté a su cuello intentando reprimir mis gritos y maldiciones y sentí que algunas lágrimas asomaban de mis ojos. Pero él no lo hizo.
–¡Carajo, mierda, aaaghhh, la... puta madre... mmmm...!– dijo con voz grave mientras terminaba.

Luego me vio a los ojos, mientras ambos intentábamos regular nuestra respiración. Mi corazón latía como si hubiera corrido una maratón, y los dos sudábamos como si tal. El rostro de Eddie estaba justo sobre el mío, y los mechones de su cabello caían alrededor de él. Luego bajó su cabeza y se recostó sobre mi pecho, rodeó mi espalda con ambos brazos, y se quedó ahí, escuchando mis latidos, mientras yo acariciaba su cabello.

El reloj de la pared marcaba la 1:26 a.m. cuando Eddie se levantó, se puso sus boxers y salió de la habitación. Yo me hice a un lado para beber un poco de agua de la botella que había dejado antes. Unos minutos después volvió y encendió la luz, con un plato de sándwiches en la mano, lo que me hizo reír y verlo extrañada.
–¿Qué? Me dio hambre– dijo mientras masticaba. Me ofreció un sándwich y yo negué con la cabeza.– Come, necesitarás fuerza.
–¿Por qué?– le dije con el ceño fruncido.

Me lanzó una mirada como diciendo: Qué ingenua. Y acercó su cara a la mía.
–No he terminado contigo– murmuró.

~

–¡OOH, POR DIOS!... ¡MIERDA, MIERDAA!– grité con la espalda arqueada, sintiendo que mi cuerpo se derretiría ahí mismo, mientras trataba de empujar la cabeza de Eddie, que yacía entre mis piernas.– ¡No puedo... NO RESISTO MÁS! Agh, ¡maldito seas!– le grité a lo que solo respondió llevando sus manos a mi cintura y clavando sus uñas en ella y lamiendo más a profundidad, provocándome otro orgasmo.

~

Su mano izquierda sujetaba la parte trasera de mi cuello, apretándolo, haciendo que me excitara más. Y con la otra sujetaba mi cintura desde atrás y por momentos palmeaba mi trasero, dejándome en la zona una marca de calor y dolor, mientras yo intentaba mantenerme sobre mis rodillas y codos temblorosos.
Parecía que el sándwich sí había surgido efecto en él, puesto que luego de atacarme un buen rato por el frente y provocarme otro orgasmo, me giró de forma agresiva y me montó, como si le hubieran dicho que era la última vez que se acostaba con alguien.
Yo estaba clavando las uñas en la almohada y por ratos también la mordía. Sentía que mi voz ya no daba para más gritos. Pero Eddie estaba imparable, me ahorcó, me palmeó la espalda y el trasero y tiró de mi cabello.
Y aunque sonara doloroso, era el puto paraíso.

Luego de un buen rato, sentí que de nuevo sus movimientos se volvían erráticos, y tras unas embestidas sujetó mis caderas con ambas manos y de nuevo acabó dentro de mí, yo grité sin poder evitarlo y estallé de placer por cuarta vez. Cuando me soltó me dejé caer en la cama, con la cara hundida en la almohada.

–No puedo... ya no puedo más– le susurré viéndolo.
–Está bien, cariño.– dijo apartando el cabello de mi cara. Se acercó a mí y me depositó un beso tierno en la frente, ni parecía que hace un rato hubiera estado golpeando mi cuerpo y ahorcándome.

Me giré como pude para quedar de espaldas sobre la cama y vi el reloj: 3:11 a.m.
–Feliz cumpleaños a mí– susurré sonriendo antes de quedarme dormida.

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1308 palabras, casi todas de puro setso.
Y ni siquiera los ensayos de dos páginas que me dejan en la universidad los escribo con tanta fluidez XD

Wake me up [Eddie Munson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora