Pesadillas

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Me desperté durante la madrugada con la respiración agitada y el cuerpo tembloroso. Eddie seguía entre mis piernas, pero estaba de rodillas frente a mí, asustado. Cuando vio que desperté me atrajo a su cuerpo y me abrazó.
–No me asustes así, creí que...– su voz temblaba–...¿fue solo una pesadilla, cierto?¿estás bien?
–Fue solo una pesadilla.– asentí abrazándolo e intentando regular mi respiración– Estoy bien, lo siento, todo está bien.

Él se sentó en el suelo a la par mía, pero en ningún momento dejamos de abrazarnos, ahora era él quien acariciaba mi cabello, habría sido reconfortante de no ser por el dolor de cabeza, que parecía haber incrementado tras despertar.
–¿Crees que haya medicamentos en casa de tu amigo?– pregunté con el ceño fruncido.
–¿Sigues con jaqueca?
–Sí.
–Está bien, iré a buscar, pero ven conmigo, no quiero que estés sola.– se levantó y me tendió la mano para levantarme también.

Salimos de la bodega sigilosamente, aún de la mano, Eddie me guió hasta la parte trasera de la casa y sacó una llave de procedencia desconocida para abrir la puerta. Adentro estaba muy oscuro pero desde luego no íbamos a prender las luces.
Fuimos al baño, en el que a duras penas se veían las siluetas y Eddie sacó un botiquín. Luego fuimos a la cocina, buscamos en los armarios y encontré otro botiquín, nos llevamos ambos y además llenamos unas botellas con agua. Por suerte había un par de píldoras para el dolor de cabeza.

–¿Dónde está Rick ahora?– pregunté tras beber un poco de agua.
–Hasta donde sé en prisión.– dijo Eddie revisando los otros medicamentos.– Pero el hijo de puta siempre logra salir.
–Y ¿es tan aterrador como suena o es solo un Eddie Munson con más edad?– dije con una risita, él también sonrió.
–Depende de a quién le preguntes. Para algunas personas soy un maldito loco desquiciado, asesino, satánico, que sacrifica gente para el diablo.– dijo fingiendo ser aterrador– Para otros soy Eddie, un adorable y sexy amante estrella de rock.– dijo sonriendo tiernamente.– Pues pasa lo mismo con Rick, cada quien tiene su perspectiva de las personas y de las cosas.
–Tienes toda la razón.– dije tapando la botella de agua.

Al terminar de revisar el segundo botiquín lo hizo a un lado y se dedicó a verme.
–Debiste decirle a los chicos que te compraran medicamentos.– dijo.
–Lo haré temprano en la mañana.– murmuré.
–De acuerdo.– dijo y se sentó con la espalda apoyada en la pared, yo me moví e hice lo mismo. De nuevo quedamos a la par.
–Si quieres intenta dormir otra vez.– le dije– Yo no creo que vuelva a dormir.
–Prefiero que hablemos.
–¿Sobre qué?
–No sé, dime cualquier cosa, solo... extraño charlar contigo.

Sonreí sin poder evitarlo y me moví para recostarme en su torso, inmediatamente me abrazó, puso su nariz en mi cuello e inhaló profundamente.
–Quisiera que fuéramos a comer un helado.– le dije.
–¿Qué?– dijo con una risita.
–Dijiste que te dijera cualquier cosa... pues es lo que se me ocurrió, nunca fuimos por un helado, me gustaría hacerlo cuando limpiemos tu nombre.
–¿Como novios?– murmuró en mi oído.
–Como amigos.– le dije sonriendo.
–Andrea Geller, tú y yo no nacimos para ser amigos.– siguió murmurando– La galaxia explotaría si nos hacemos llamar amigos algún día.
–¿Qué? Al principio éramos solo amigos.
–Claro que no, nunca lo hemos sido, nunca te vi solo como a una amiga y tú a mí tampoco, aunque intentes negarlo.– dijo y me eché a reír.
–Yo nunca he dicho eso.– le dije sonriendo.
–Dijiste que me amas desde el día en que me conociste, y te juro que te voy a restregar esa frase por el resto de nuestras vidas.– dijo y besó mi cuello, fue solo un pequeño beso, pero mierda... me di cuenta de lo mucho que mi cuerpo lo extrañaba.
–Dímelo tú también para no sentirme tan cursi.– le supliqué.
–Te he amado cada día, desde el día en que te conocí.– dijo en mi oído y besó mi cabeza.

Tenía las manos alrededor de mi cintura, mi espalda estaba abrazada por su calor y mis oídos por su respiración. Poco a poco me fui sintiendo adormecida, luego Eddie empezó a tararear una canción que sonó lejana a medida que sin poder evitarlo mis ojos se rendían ante el peso de mis párpados.

Wake me up [Eddie Munson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora