Bienvenida a Hawkins

4.6K 238 34
                                    

Si alguien en algún momento de mi vida me hubiese dicho que a los diecisiete años me estaría mudando a un pequeño pueblo con gente extraña y con una historia aún más rara, me habría reído de forma irónica y lo habría mandado al demonio.
Sin embargo ahí estaba, sentada en el auto de mamá, tratando de despertar de aquel mal sueño, en el que leía un viejo cartel con la leyenda "Bienvenidos a Hawkins".
Cerré lentamente mis ojos intentando no ponerme a llorar ahí mismo, ya que eso solo haría que mi madre se sintiera peor.

Hasta hace unos meses vivía en la ciudad de Nueva York, en una casa genial; iba a una escuela genial, con amigos geniales. Mi mamá era dueña de un importante restaurante, uno de los más populares y aclamados de la ciudad. Todo era perfecto, hasta que un día, un cliente se intoxicó con un platillo y fue hospitalizado; en cuanto se recuperó levantó una demanda en contra de mamá y ganó. Con la enorme suma de dinero que tuvo que pagar, la cuenta de mi madre bajó a números negativos y nos fuimos a la quiebra.
Madre vendió la casa para terminar de pagar la deuda y tuvimos que mudarnos a un pequeño departamento en lo que ella encontraba un nuevo trabajo, y yo por supuesto, tuve que olvidarme de mi escuela, ya que no podríamos pagarla.

A todo esto le sumaríamos que no llegó un nuevo trabajo; hasta que un día de suerte, mamá recibió una llamada que lo cambiaría todo. Su hermano, Thomas, al parecer estaba pensando comprar un viejo restaurante para reabrirlo, y le ofreció a mamá una sociedad y un lugar para vivir. Y ya que no había una mejor opción, mamá aceptó; así que nos encaminamos al lugar que sería nuestro nuevo hogar, no sin que antes tuviera que despedirme de mis amigos y de mi antigua vida, que quedaría solo almacenada en mis recuerdos. Tendríamos un nuevo restaurante, pero ¿cuán exitoso podía ser un negocio en un pueblo tan pequeño? Jamás volvería a tener las comodidades que tuve en la gran ciudad.
Pero bueno, ¿eso qué importaba ya? Ahora era una chica de Hawkins, pero no podía ser tan malo, ¿verdad?
Miré alrededor, parecía un lugar colorido, con negocios de los que entraba y salía gente. Tras recorrer varias calles al fin llegamos a la zona de las casas. Algunas eran grandes, otras pequeñas, otras medianas. Yo nunca había visitado al tío Thomas; de hecho, solamente tenía de él un recuerdo borroso. Era el tipo de hombre que prefería quedarse en su pequeño rincón del mundo; pero por lo que mamá me había contado de él, era un tipo amable y sonriente, tal vez demasiado. Y tenía más de cuarenta años, pero seguía siendo soltero, lo que me hizo cuestionarme... debía ser un tipo muy feo. Ese pensamiento me hizo sonreír. Voltee a ver a mamá y la noté un poco triste, así que puse mi mano en su hombro y le sonreí lo mejor que pude.

—De hecho, no está tan mal. — le dije, a lo que respondió asintiendo con una media sonrisa.

Unos minutos después nos detuvimos frente a una casa. ¿Era esa? Realmente no estaba nada mal. Era una casa mediana, color beige, de dos plantas; tenía un patio delantero, pero nada sembrado en él aparte de un solitario árbol. Ambas bajamos del auto y un instante después se abrió la puerta principal para dejar salir a mi tío: un tipo alto, algo llenito de brazos y barriga, y su rostro era la viva imagen de mi querido abuelo, con sus ojos grandes y cafés, su nariz respingada y hasta su boca, marcada por las mismas líneas de expresión.

—¡Qué bueno que llegaron! — dijo tras acercárseme y estrujarme en un fuerte abrazo.
–Sí, hola. — le dije sonriente.

Luego se dirigió hacia mamá y también la abrazó fuerte.

—Hey, hey, ¿estás bien? — lo escuché preguntarle. Mientras mamá lo abrazaba también, me pareció ver el brillo de unas lágrimas en sus ojos. Era la primera vez que la veía llorar por este asunto.
—Estoy bien. — le dijo ella asintiendo y sonriendo con pesar. Se llevó una mano a los ojos para limpiarse las lágrimas — Estamos muy agradecidas contigo, Tom. Esto es más de lo que habríamos pedido.
—Oh, es un placer. — dijo mi tío haciendo un gesto con la mano, como si espantara una mosca — Pero no se queden ahí. ¡Pasen, pasen!

Wake me up [Eddie Munson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora