ʟᴏɴᴇʟɪɴᴇꜱꜱ

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Mi teléfono sonó con aquella canción que tanto me gustaba

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Mi teléfono sonó con aquella canción que tanto me gustaba. Lo saqué de mi bolso y sonreí inmediatamente al ver el nombre "Watari" en la pantalla.

—¿Bueno?

—Señorita Giselle, qué gusto poder saludarla —habló Watari desde el otro lado de la línea. —La llamaba para saber si se encuentra en Japón —se escuchaba ruido de fondo.

Watari... ya te he dicho muchas veces que me llames Giselle. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, aquí estoy, llegué hace dos días.

Me alegro mucho.

Sonreí al escucharlo.

Me preguntaba si podrías pasar a visitar al joven Ryuzaki.

¿No está contigo?

No, tuve que salir a arreglar algunos asuntos importantes, y a él no le gus-

No le gusta estar solo —completé la oración.

Watari rio. —Me parece que lo conoces bastante bien.

Sí —sonreí de lado. —Iré a su departamento en un rato.

Gracias, Giselle.

Hasta luego, buen viaje Watari —me despedí.

Colgué la llamada, dejando mi teléfono sobre la mesa de mi sala y me tumbé en el sofá.

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El clima era bastante frío y había una ligera llovizna cuando salí de mi casa, por suerte mi sudadera favorita me cubría bastante bien. Conducía hasta el departamento de mi mejor amigo; el detective L.

Durante los semáforos me detenía a ver las gotas de agua en el vidrio, y mi reflejo.

También me puse a recordar el día en que lo vi por primera vez.

Había sido durante la primavera. Era un día tranquilo, el cielo estaba despejado y los rayos del sol iluminaban todo a su paso. Había llevado a mi hermano menor; Noah, a aquel parque que tanto adoraba.

Mientras él se divertía en los columpios, yo me dedicada a admirar las bellas florecillas a mi alrededor. Estaba sentada en el pasto, tenía puesto mi vestido favorito; uno azul cielo con estampado de margaritas, y llevaba el cabello suelto.

De pronto sentí una mirada sobre mí. Una de esas tan pesadas que son inconfundibles. Volteé encontrándome con un chico que consideré algo extraño. Tenía cabello azabache, ojos grandes negros marcados por unas profundas ojeras y una piel muy blanca. Pero lo más raro era la forma en la que estaba sentado sobre la banca.

𝐋 𝐋𝐚𝐰𝐥𝐢𝐞𝐭 | 𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora