Capítulo 18 (II)

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Después de un rato buscando donde me había dicho un conctato la vi. Fue un alivió el ver que se encontraba bien.

Crisantemo estaba tocando el violín con los ojos cerrados en medio de un parque. Y yo solo observaba los gestos que hacía con su cara, la forma en que movía su mano. Cada detalle llegaba a cautivar mi alma rota y atrapaba totalmente mi atención hasta que termino la pieza.

Entonces ella abrió sus ojos, se levanto de la banca donde estaba y le dio el violín a un hombre mayor que estaba cerca. Por último empezó a caminar en dirección a su casa. Recién en ese momento note que lucía cansada.

Desde lejos la seguí y observé que se sentaba en un banco de una parada y buscaba algo en su ropa.

—Verdad que dejé mi teléfono. Tonta, tonta. Tanto que sé y tanto que se me olvida el teléfono. Mi familia se preocupará.

Reí en tono bajo y me acerqué discretamente hasta estar frente a ella.

—¿Puedo sentarme a tu lado? —cuestione.

Crisantemo alzo lentamente la vista y me miro a los ojos, luego asintió lentamente y yo me senté.

—Perdona que me entrometa pero, ¿qué haces por aquí a esta hora? —indagué de forma amigable. Lo último que quería era parecer una amenaza.

—Solo daba un paseo para tomar aire y se me fue el tiempo. —explicó con simpleza— ¿Qué hay de ti?

—Buscaba a alguien porque una de sus hermanas me escribió para ver si yo sabía donde estaba ya que habían pasado dos horas sin tener información de ella y se empezaban a preocupar.

—Oh, mis hermanas también deben estar preocupadas.

—¿Necesitas un teléfono para llamarlas? —pregunté extendiéndole mi teléfono— Te presto el mío.

—Oh. Si me hace falta. Muchas gracias.

Crisantemo cogió mi teléfono y llamo a una de sus hermanas para decirle que había estado caminado sin rumbo y había perdido la noción del tiempo. Después de colgar me devolvio el teléfono con una sonrisa.

—Gracias de verdad señor.

Me levanté, guardé mi teléfono en mi bolsillo al igual que mis manos y le sonreí aunque ella no lo notará por la mascarilla, misma que usaba con el objetivo de que ella no viera mi rostro.

—No me digas señor, me haces sentir viejo y solo soy dos años mayor que tú.

Crisantemo me observo con expresión de confusión y entonces hizo una "O" con su boca claramente sorprendida.

—¿Sebastian?

—Ten cuidado por el camino Criste.

Le giñe un ojo y me di media vuelta para salir de allí corriendo con una sonrisa.


N/a
Sé que no estoy mentalmente bien pero tú podrías ser el remedio. Así que déjame tocar mi violín para ti, 🎻.

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