Capítulo 27

31 8 4
                                    

Deja de culparte.

Las palabras de Crisantemo daban vueltas sin parar por mi mente. Muchas veces me habían dicho que yo no tenía la culpa de lo sucedido pero el que lo dijera ella valía más.

Ese día compre doce ramos de flores, cada uno igual. Envíe once ramos a once chicas junto a una nota de disculpa diferente según la persona. Ahora solo me quedaba una disculpa más por dar y me preguntaba cómo hacerlo.

—¿Eres Sebastian?

Levanté mi vista y asentí con expresión neutra al ver a Crisantemo parada frente a la mesa donde yo estaba. Todavía me preguntaba porque le ofrecí vernos.

Ella sonrió y se sento delante de mí analizándome de arriba a abajo con discreción. Yo llevaba una camisa de mangas largas para tapar mis fuertes brazos llenos de viejos tatuajes y también tenía puesta una gorra y un nasobuco negros, a diferencia de mi ropa que solo por hoy usaba una de colores vivos. Y ella usaba un vestido por encima de las rodillas que le quedaba algo justo arriba y caía de la cintura para abajo.

—Perdona la tardanza —comenzó a hablar Crisantemo—. Bueno... No entiendo porque decías que tu apariencia me daría miedo. Te estoy viendo y no me siento asustada. Lo único que me preocupa es que me pegués un virus. Quítate el nasobuco que no estás enfermo.

Negué y cogí el menú para tapar mi cara con el, aunque también leí  opciones buenas de comida.

—Oye Sebastian.

—Dime —respondí más seco de lo que hubiera querido y bajé el menú para verla—. ¿Qué quieres Crisme?

—Crisme, me gusta ese apodo, antes me decías Crista o Criste pero Crisme es más bonito y original.

—Soy bueno poniendo apodos —mencioné con desinterés.

—¿Cómo piensas comer con el nasobuco? —interrogó ella.

—No voy a comer —dije con simpleza—. Solo vine para que confirmaras que no soy un viejo verde ni nada por el estilo y para que cumplieras tu deseo de verme.

—¿Y estás flores? —cuestionó Crisantemo señalando el ramo de flores que yo había dejado encima de la mesa.

—Para ti.

—Oh —murmuró sorprendida y sonrió tomando el ramo—. Son crisantemos. ¿Sabías que los crisantemos representan la alegría y sabiduría?

—No lo sabía pero en ese caso te pega totalmente el nombre —comenté pensativo.

—Gracias por las flores. Aunque para la siguiente quisiera una flor de cerezo, es mi preferida.

—No sé si habrá próxima vez —murmure para mí y mire la hora en el reloj de mi mano—. Perdóname, llegaste tarde y ya debo volver a mi trabajo, solo me escape unos minutos.

—Quedemos otro día por favor. Es agradable hablar frente a frente.

Solo asentí y me di la vuelta para marcharme a paso rápido.

Si ella lo supiera... ¿Diría lo mismo?

DisculpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora