—¿Qué estás pensando Crisme? —interrogue estacionando mi carro en una esquina de la calle para prestarle atención a mi acompañante.
—Pensaba en lo que podría haber pasado de no ser por ti. —respondió Crisantemo con voz decaída.
—No pienses en eso. —sugerí.
—¿Puedo saber por qué ese chico huyo desfavorecido al ver tu tatuaje? —cuestionó intrigada. De repente parecía volver a tener energía.
—Puede que sea el tatuaje que usan quienes pertenecen a una banda muy peligrosa. —contesté y la mire— En ocasiones es muy útil. Apesar de que ya no pertenezco a esa banda las personas piensan que sí y por eso hoy me he ahorrado una pelea.
—¿Te lo hiciste cuándo eras mala persona? —indagó Crisantemo. Sonaba un poco nerviosa.
—Sí. —afirmé— ¿Ahora me tienes miedo?
—No, yo... Me siento rara al ver más de este lado tuyo. Sé que has cambiado y que eres buena persona. Solo me extraña verte más expuesto.
?¿Lo dices por qué se ven los músculos que tengo? —inquirí divertido— Sé que has mirado mis brazos.
Crisantemo negó con las mejillas rojas y se removió en el asiento sonriendo con vergüenza. Yo reí y ella se sonrojó más mirándome con disimulo. Entonces cuando yo me reía movió rápidamente su mano y antes de que me diera cuenta me había quitado el nasobuco.
—¿¡Qué haces!? —exclame a la defensiva y giré mi rostro. Ella no podía verme la cara o me podría reconocer y sería el fin de todo.
—Quiero ver tu rostro Sebastian.
—No. Soy tan feo que doy asco.
—Déjame decidir eso por mí misma. —pidió Crisantemo con voz suave— Incluso si fueras feo te vería como alguien lindo porque he conocido tu interior y te miraría con buenos ojos.
Suspiré y giré lentamente mi cabeza hasta poder mirarla a los ojos. Ella se quedo observando mi cara varios segundos en silencio.
—Eres un mentiroso.
—Crisme, puedo explicarlo...
—¡Eres condenadamente apuesto! —interrumpió casi gritando— ¿Por qué dices que eres feo?
Suspiré aliviado de que la situación no terminará como temía y me relajé, luego le sonreí y ella se quedo boquiabierta ante ese simple gesto.
Sabía que era guapo pero ella lo exageraba. Me sentía raro al mostrar mi rostro después de esconderme tanto.
—Me daba miedo de que te enamoraras de mí.
Mentiroso. —reprocho mi conciencia aunque hubiera usado tono bromista.
—No bromees con algo así. —advirtió Crisantemo. Su tono serio me dejaba claro que no debía meterme en ese tema.
—Vale bonita.
—No me digas bonita. —pidió apenada.
—Ni que fuera la primera vez que te lo dijera. Estás rara.
—No me digas que estoy rara. —ordenó ofendida.
Que bipolar.
—Sebastian.
—¿Si? —indagué.
—Gracias por ser hoy un caballero para esta princesa.
—Por nada Crisme.
Crisantemo me sonrió y yo le devolví la sonrisa fijando mi vista en ella. En su mirada percibía que estaba conmovida y agradecida. La verdad no tengo idea de cuanto tiempo nos quedamos mirandonos, solo sé que la mirada empezaba a pesar y el no romper el silencio hablaba más que cualquier palabra.
Sin darme cuenta me había acercado y besaba sus labios. Apenas unos segundos después Crisantemo por alguna razón me siguió el beso. Un conctato suave y tierno que me gustaba mucho. Tenía varias sensaciones dentro de mí pero la más bonita era la de sentirte querido y especial,
Mi hermano tenía razón, estaba enamorado, darme cuenta de eso fue una cachetada de parte de la realidad. Por eso me alejé y volví a conducir concluyendo el asunto con un: Lo siento, no debí besarte.
El resto del viaje transcurrió en absoluto silencio.
ESTÁS LEYENDO
Disculpa
Short StoryÉl se culpaba. Ella trataba de entenderlo. Él quería ser mejor. Ella quizo ayudarlo a serlo. Él sabía que la podía lastimar. Ella quería descubrir que escondía. ¿Triunfaría el perdón? Saga "chicasflores" (5,1)