Capítulo 22

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Crisantemo: Lamento haberme metido donde no me llamaban.

Crisantemo: ¡Es que eres tan cerrado! Y yo tan abierta... Solo quería saber más de ti. También quiero aclarar las dudas que me dejas. Si me empezarás a contar las cosas de principio a fin te lo agradecería. Siempre me dices solo pedazos de tu historia y al final quedo tratando de armar un rompecabezas.

Crisantemo: Digo esto porque aunque te muestras frío me gusta aprender más del misterio que eres. Siempre he pensado que eres de quienes necesitan soltar todo lo que llevan dentro. Pero no te presionare. Espero que me perdones y no dejes de ser mi amigo.

Terminé de leer los mensajes y fruncí levemente mi rostro pensando que hacer. Algo malumorado me puse mis zapatos y cogí mi teléfono junto a mi billetera, pase por el comedor y en ese momento me detuve. Miré la foto encima de la mesa y traté de sonreír al ver aquella foto donde estaba yo con Amla, aunque la realidad fue que solo me salió una mueca triste.

Ella jamás volvería pero siempre la recordaría hasta el mismo día de mi muerte.

Suspiré y tomé las llaves de mi carro para conducir hasta determinado lugar, la prisión. Allí pude ver a mi hermano y me pase un buen rato hablando con él. En esa ocasión no le eché la culpa de que Amla se fuera. Solo hablábamos de nuestras vidas.

Él dijo que todo había era su culpa pero yo negué y otra vez me encerré en la idea de que la culpa era mía.

DisculpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora