—¡Paloma! —grite buscándola por mi casa.
Era obvio que la tía de esa pequeñaja no la iría a buscar así que me la había llevado el día a mi casa y con la idea de luego llevarla a servicios sociales, pero no la encontraba.
Oí unas rísitas y caminé sigilosamente hasta la cocina encontrandola agachada al lado del refrigerador.
—Así que hay estabas. Vaya a bañarse señorita.
—Quiero jugar a los escondidos contigo. —comentó poniéndose de pie y me tomó la mano dando brinquitos— Por favor, por favor. Di que sí.
—Imposible negarme a tanta ternura.
—Sí. —murmuró contenta— Cuenta y no hagas trampa.
Asentí y tapé mis ojos con mis manos contando desde el uno. Cuando llegué al diez oí que alguien tocaba la puerta y como sabía donde estaba escondida Paloma decidí ir a abrir.
Sorprendentemente frente a mi puerta estaba Crisantemo. Eso me pasaba por no mirar amtes de abrir.
—Hola Sebastian. Veo que no piensas responder mis mensajes así que vengo a hablar contigo.
—No es buen momento. —indiqué serio.
—¿Cuándo lo será? ¿Nunca? —interrogó Crisantemo y se acerco a mí— Sé que tu hermano mató a mi hermana.
—Siento no habértelo dicho. ¿Cómo lo descubriste? ¿Y cómo llegaste a mi casa?
—Tu hermano me dio la dirección y me dijo todo. —contesté Crisantemo— Tú intentaste evitar que Amapola muriera. Eres buena persona Sebastian. Tienes que perdonarte y dejar de culparte.
—Es difícil. —dije agobiado— Creo que podré con un poco de tu apoyo, si estás dispuesta.
—Lo tendrás. —afirmó.
Crisantemo sonrió y me abrazó. Yo suspiré con una diminuta sonrisa y pase suavemente mi mano por su cabeza repetidas veces. Entonces ella levantó la mirada y se alzó acercando su rostro hasta que chocaron nuestras narices.
—¿¡Qué significa esto!?
Crisantemo y yo desviamos la vista ante aquella voz infantil que era de Paloma e inmediatamente nos separamos, y Crisme me miró confundida.
—¿Cómo te atreves a tratar de engañarme bajo el mismo techo? ¿No te da vergüenza? —preguntó Paloma. Aquella niña era una abogada— Eres mi novio, ¡mío!
—¿Puedes explicarme esto? —cuestionó Crisantemo.
—Un momento cariño, voy a despedir a esta chica y ahora vuelvo. —dije observando a la niña y le hice una seña a Crisme de que me siguiera.
Cuando salimos de mi casa tomé aire y sonreí fijando mi vista en la chica que tenía delante.
—Ella es una niña que perdió a sus padres, me la encontré y para que viniera conmigo le dije que sería su novio. —expliqué sincero— Dentro de unos minutos la llevaré a servicios sociales.
—Um... Este lado tuyo me gusta. Es compasivo y tierno.
Reí avergonzado y Crisantemo me dio un beso en la mejilla. Ambos nos sonreímos y nos miramos en un cómodo silencio.
—Avísame sobre lo que suceda con la niña. —pidió.
—Claro, Pao está en buenas manos.
—¿Me escribirás, cierto?
Asentí y Crisantemo sonrió, luego de despedirse agitó la mano y se volteó dándome una última mirada para marcharse.
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Disculpa
Short StoryÉl se culpaba. Ella trataba de entenderlo. Él quería ser mejor. Ella quizo ayudarlo a serlo. Él sabía que la podía lastimar. Ella quería descubrir que escondía. ¿Triunfaría el perdón? Saga "chicasflores" (5,1)