💖𝟑𝟏💖

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Seis de la mañana, eran las putas seis de la mañana y ya se escuchaban los gritos en el piso, Sungchan bufó, cansado.

Había llegado un nuevo recluso, se quejaba demasiado y fastidiaba a todos. Era alguien de una mafia que se quiso pasar de listo con sus jefes y lo delataron, encima de que le agregaron delitos que no cometió.

"Pero bueno, se lo merece por aprovechado" 

El alfa se miró al pequeño espejo roto que tenía en su celda ahora individual, estaba así desde que peleó con su antiguo compañero por sus horarios irregulares de sueño, le buscó pelea a Sungchan y vaya que la encontró. Pero es que sí hay personas que se merecen que les rompan la mandíbula.

Se lavó la cara y volvió a mirar su reflejo, a veces no se reconocía.

Sus ojos grandes y llenos de brillo estaban opacos y se veían indiferentes ante todo, debajo de ellos había unas marcadas ojeras. Sus labios carnosos casi siempre estaban resecos y sus facciones se habían endurecido después de dos años sin sonreír mucho. Su piel anteriormente bronceada ahora estaba casi pálida por las pocas horas al sol. 

Se quitó la ropa y se puso una muda nueva, cubriendo las heridas ya cicatrizadas en su cuerpo. Trataba de no meterse en líos, pero siendo el más joven del lugar era obvio que querrían aprovecharse de él, los primeros días fueron difíciles y su situación hacía que los oficiales decidieran que era más sencillo encerrarlo en aislamiento a él en lugar de quienes lo molestaban. 

Fue así que estuvo sus primeros meses en un cuarto diminuto sin compañía alguna, con la luz blanca encendida las 24 horas, perdiendo la percepción del tiempo, jurando que el silencio era tal que podía escuchar sus órganos moviéndose.

Debió perder parte de su cordura ahí, pues apenas salió fue directo a servirse un festín de violencia con uno de los alfas que insistían en meterse con él. Estaba tan frustrado que no le importaron las consecuencias, lo golpeó, pateó y mordió como un animal salvaje, que era justo lo que lo acusaban de ser. Nadie lo detuvo hasta que un oficial llegó y le disparó con un paralizador.

Sungchan supo que algo dentro de él había cambiado cuando miró al alfa que yacía en el suelo ensangrentado, siendo reanimado por otros oficiales, y no sintió culpa por probablemente haberlo matado y tampoco sintió miedo de lo que otros fueran a pensar.

Solo pudo sonreír con satisfacción.

El mal comportamiento dentro del reclusorio era penado y perdió muchos de sus privilegios, pero para él fue lo mejor, lo dejaron en paz. Aunque no fue su ultima pelea, pero otros ya no le buscaban tanto pleito porque sabían de lo que era capaz. Y a pesar de que cuando tuvo su primera visita luego del incidente Johnny estaba mortificado por su hermanito, Sungchan ya no sintió culpa alguna.

"A veces debes hacer ese tipo de cosas" era lo que pensaba.

—Jung, tienes visita— un guardia le habló.

El chico se acomodó el uniforme y siguió al alfa al área de visitas, dejó que lo examinaran y pasó por la puerta para encontrarse con Johnny. Sonrió con cansancio y tomó lugar en frente de su hermano, ignorando a los guardias que los vigilaban.

—Hola ¿Cómo va todo?— Sungchan siempre preguntaba eso de forma literal.

Quería saber lo que ocurría mientras él estaba ahí adentro, necesitaba saberlo.

Su ansiedad por lo que pasaba afuera empezó cuando, en una visita durante su primera navidad como reo, Doyoung le llevó unas fotos de los mellizos. Los bebés ya estaban más grandes, posando de pie usando overoles a juego. Y Sungchan sintió que sudó frio al verlos. 

•̩̩͙*𝔅𝔞𝔟𝔶'𝔰 𝔬𝔫 𝔣𝔦𝔯𝔢  - Sungtaro*•̩̩͙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora