💖𝟑𝟒💖

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Observó los peluches que estaban en las repisas del que solía ser su cuarto, Yuta los había puesto ahí. El mayor sabía que eran especiales para el omega pero en cierta forma le incomodaba tenerlos en su habitación. Shotaro lo comprendía, él tampoco quería los ojos de plástico de Hello Kitty viéndolo tener sexo con el alfa.

Suspiró al ver todas las muñecas, una pequeña Kuromi con sonrisa traviesa y un muñequito de Cinnamoroll desencajaban junto a los otros dos ositos que se veían perdidos en una reunión de Kitty. Entre todas las muñecas había una que le hacía sentir especialmente melancólico.

Abandonada casi en el ultimo espacio de la repisa, usando su vestidito rojo y sus dos moñitos con fresitas, estaba la muñequita que le había regalado él. No se había deshecho de ella nunca porque probablemente Yuta se daría cuenta, después de todo ahora ese lugar funcionaba como su oficina, y esa muñeca en específico se encontraba en la repisa junto a su escritorio.

Bueno, igual y no se da cuenta, o quién sabe...Shotaro quiere creer que Yuta no les prestará atención, pero sí lo hacía y le preguntaba algo se le iba a salir. Desde que estaba marcado le resultaba muy difícil resistir los pedidos del mayor, sí lo interrogaba le iba a contar toda la historia y ya no quería recordar aquello. 

Suspiró y se concentró en seguir su tarea de aspirar, en la oficina solo hacía eso, de lo demás se encargaba Yuta pues él tenía su propia forma de arreglar las cosas del trabajo. 

Hace más de un año que había dejado de pensar regularmente en Sungchan, el corazón se le hundía y se escondía para dejar sus lágrimas silenciosas correr por sus mejillas. Incluso cuando ya estaba enlazado a Yuta, a veces el recuerdo del alfa con ojos de venado venía a su mente, y se sentía infiel como omega marcado preguntándose qué hubiera sido de su vida con el otro joven.

El cómo se separaron sin terminar realmente era lo peor, o eso creía Shotaro, ni siquiera pudo reclamarle por haber ideado una red de mentiras para mantenerlo atado a él. No pudo peguntarle por qué había hecho cosas tan horribles, reclamarle por qué sentía que debía matar por él, cómo sí eso fuera un favor, cómo sí él se lo hubiera pedido.

No pudo verlo a la cara y ver al monstruo que en realidad era, que se escondía detrás de esos ojos bonitos y esa hermosa sonrisa, enmascarado por el dulce aroma a naranja y besos tiernos. Lo peor de todo es que ni siquiera podía imaginarlo, la evidencia hablaba por sí sola, pero aún se aferraba a los buenos momentos y a las palabras de amor. 

"Oh no..." otra vez, otra vez se le están nublando los ojos.

Cubrió su cara con sus manitas y respiró de forma profunda, deseando no pensar, solo apagar su cerebro y no pensar nada. 

Volvió a ver el peluche.

"Solo una vez" solo eso, solo un momento de autoindulgencia antes de que haya otro cambio masivo en su vida. 

El omega se subió encima del escritorio, con cuidado de no tambalearse, la repisa está casi pegada al techo. Camina sobre la superficie de madera hasta quedar cerca de los peluches y estira su brazo para alcanzar la Kitty del vestido rojo, peor no la alcanza. "Mierda" maldice para sus adentros, se estira un poco más y finalmente logra tomar apenas un pedazo del piecito blanco y suave.

El castaño perdió el equilibrio y sintió un escalofrío recorrerle la columna, por instinto se intentó tomar de algo pero solo atinó a poner su palma abierta contra la pared. Shotaro soltó un pequeño ruido de sorpresa antes de caer de sentón en el escritorio, con un golpe fuerte. El peluche salió volando por el aire.

El mueble se sacudió un poco, el cajón cerca de dónde aterrizó se abrió por el golpe.

—¡Auuuch!— se quejó con una voz aguda y dándose la vuelta, sintiendo sus huesos doler. El pobre se sobó el trasero siseando por la incomodidad. A la vez agradeció estar sólo, el ruido había sido muy fuerte "Que vergüenza"

•̩̩͙*𝔅𝔞𝔟𝔶'𝔰 𝔬𝔫 𝔣𝔦𝔯𝔢  - Sungtaro*•̩̩͙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora