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Fin de semana, cuando no tiene que poner una alarma para el trabajo, eso sí no le llega un mensaje inesperado del mismo. Yuta abrió los ojos poco a poco, con los rayitos del sol que se colaban por la ventana. El alfa se estiró en la cama sintiendo el lado contrario vacío, volteó a ver y se dio cuenta de la ausencia de su omega. Claro.

Se levantó con pereza y abrió la puerta del cuarto. Miró hacía abajo y ahí dormido en el suelo estaba Shotaro, hecho un ovillo. Suspiró pesadamente al verlo así, de seguro pasó una noche incómoda. 

Lentamente se arrodilló con él y le acarició el brazo en un intento por despertarlo. El menor se removió incómodo y al moverse siseó de dolor, con una mueca de molestia se dio la vuelta quedando de espalas, dormir en el duro y frío suelo le hizo doler todo el cuerpo. 

Yuta con cuidado lo tomó ayudándole a sentarse y posteriormente a ponerse de pie. Shotaro se quejó por el dolor y se notaba que lloraría en cualquier momento, pero sus ojos molestaban y tenía los parpados rojos por ya haber llorado demasiado.

—Está bien, está bien...—lo consoló— Ve a darte un baño calientito y yo iré por ti ¿okay?— le dedicó una pequeña sonrisa para indicarle que todo estaba bien...por ahora.

El omega obedeció mientras Yuta preparaba algunas cosas. También hizo un pequeño nido para su pareja, y finalmente tomó uno de sus suéteres que le quedaban flojos y lo frotó contra su cuello para marcarlo con su aroma.

Ver a Shotaro tan triste obviamente le afectaba, contrario a lo que otros podrían decir, le dolía ver a su omega en ese estado. Pero debía hacerlo, Shotaro tenía que entender que debe estar solo para él, que otros tratarían de arrebatárselo sin importar que estuviera marcado. Y sí debía hacerlo llorar para educarlo, Yuta lo haría. Le aterraba más que otro alfa llegara y lo dejara sin su bello tesoro.

Y no podían, no podían quitarle a su ángel de nuevo.

Porque lo ocurrido con Sungchan fue culpa suya por desatenderlo, pero ahora Shotaro sabía que tenía responsabilidades como un omega con marca, él también debía desconfiar de otros si su alfa lo hacía. Pero su pequeño aún veía bondad en las personas y eso era peligroso.

Así que sí debía ser un poco rudo con el omega lo sería. De igual forma, él también lloró incontables noches por Shotaro. 

Todos esos años lamentándose en silencio, sintiendo cómo se le escapaba de las manos, como corría  cada vez más lejos de él, su corazón rompiéndose a cada día que pasaba escondiendo su amor. Cuidando no ser demasiado cariñoso y decirle que lo amaba, controlando sus impulsos. Aún tiene muy presente la sensación de sus ojos cansados y párpados ardiendo debido al llanto, sintiendo que moriría por su amor que en ese entonces creía imposible. 

Por fin lo tenía con él, era suyo, y no lo dejaría ir.

Se dirigió hacía el baño para encontrarse con Shotaro secando su cabello y enrollado con otra toalla, tratando de sobrellevar el frío. El alfa le ofreció su mano y el menor la aceptó. Lo llevó al cuarto con calefacción y lo sentó en la cama, ayudándole a secar su cabello. Tomó el suéter y se lo puso, conteniendo una sonrisa al ver al castaño olfatear la prenda. A Yuta le encantaba marcar a Shotaro con su aroma y le gustaba saber que era algo mutuo.

Lo recostó en el nido, poniéndolo cómodo entre la ropa y almohadas, y al notar que el menor aún sentía molestia en su cuerpo, especialmente en el cuello, tomó una compresa caliente envuelta en una toallita y se la colocó donde le dolía.

—Está bien, ya pasara— le dijo en voz suave, completamente contraria a la que había usado la noche anterior— Abre...— le pidió mientras acercaba una pastilla de analgésico a su boca. Shotaro la tomó y luego bebió el agua que igual le acercó.

•̩̩͙*𝔅𝔞𝔟𝔶'𝔰 𝔬𝔫 𝔣𝔦𝔯𝔢  - Sungtaro*•̩̩͙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora