Cap. 4

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Me despertó un dolor punzante en mi cuerpo desnudo ¿Hace cuánto tiempo no probaba un bocado o tomaba agua? ¿Cuánto tiempo llevo en esta cama tirado?

-Cachorrito debes tener hambre y sed, si quieres que te de algo para calmarlos tienes que darme algo de cariño primero- Estando tan débil simplemente me deje hacer después de resistirme un poco y marearme, todo termino rápido para mi suerte.

Subió con un vaso de agua que me hizo beber y me puso un pedazo de pan en el regazo, cuando no me lo comí de inmediato se enojó y me lo estampo en la cara, con una mano sujetó mi quijada y me obligo a abrir la boca.

-Eres muy malagradecido cachorrito, ¿qué haré contigo? - "dejarme ir" murmuré bajito con la voz rota, pensé que no iba a escucharme, pero me agarro de los brazos y me hizo volar desde la cama hasta la puerta con un golpe sordo, se levantó rápidamente y me sujetó las muñecas que estaban moradas por el cinturón con el que me había atado antes, me elevo como si no pesara nada y cuando mi rostro estuvo a la altura del suyo me dijo claramente "ANTES MUERTO".

Me colocó nuevamente sobre el colchón advirtiéndome que me portara bien si no quería ser castigado salió azotando la puerta, furioso. Me hice bolita en la cama abrazándome a mí mismo intentando calmarme para pensar que seguía para mí, tal vez lo mejor sería morirme, estando tan sucio nadie me aceptaría y la soledad me daba pánico.



Sé que ya ha pasado al menos un mes desde mi encierro, si bien el cuarto es amplio e iluminado tiene ventanas especiales que no se rompen ni con una silla además de estar cerradas con un candado al igual que la puerta, Ban no me permite ponerme ropa porque dice que es una pérdida de tiempo y es mejor tenerme listo para él... Cuando peleó mucho para que no me tome, me castiga.

Su castigo consiste en que al terminar su abuso me baja de la cama y amarra mis manos con una tela a la pata de esta y debo dormir en el suelo, la última vez le agregó una patada en la espalda porque me atreví a morder su mano, cada minuto que pasa afirmo mi decisión de dejarme morir, ojalá pudiera hacerlo sin tanto dolor.

-Cachorrito quiero consentirte hoy- me dijo acercándome una manzana roja- No tengo que recordarte que sucede si no la comes ¿No es cierto?

Tome la fruta entre mis manos y la lleve con cuidado a mi boca ante su atenta mirada intente comerla, pero me descompuse y me dieron unas ganas terribles de vomitar, el pensamiento llegó a mi como un tsunami que arrasó con mi estabilidad. Siempre que me toma lo hace sin protección retirándose justo antes de terminar convencido de que con eso no llegará a preñarme. Por suerte alcancé el baño donde devolví el estómago. Ban me miraba fijamente desde el marco de la puerta.

-No quiero hijos Lie, te lo advierto.

"Hijos" ... yo quería hijos claro que sí, pero con alguien que amara profundamente, no de esta manera tan traumática.

Y es...EL DOLOR DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora