Cap. 16

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Le tomó poco más de un año a Leo romper todas sus promesas de amor, era mi segundo cumpleaños a su lado y se notaban muchas diferencias.

Es más, creo que olvido que era mi día porque ni siquiera se despidió de mí al salir para el trabajo. Mirarme al espejo rompía mi corazón, ya no tenía autoestima.

Mi lobo tenía la esperanza de que su alfa festejará a su lado, después del episodio del jardín decidí ya no salir más y nadie me visitaba, incluso las compras nos las traían a casa así que me sentía solo.

Quedé dormido en el sofá de la sala esperando la llegada de mi alfa, me despertó un dolor intenso en la marca, ardía tanto que me quemaba las entrañas. Mi ansiedad me impedía respirar caí de rodillas al piso mientras hiperventilaba con furia, llevé mis manos a mis mejillas en un intento de limpiar mis lágrimas que no dejaban de salir, al final solo pude abrazarme a mi mismo en el suelo susurrando para mi mismo "calma" "ya pasará".

Viendo un punto fijo de la sala no me moví por horas pareciendo muerto, cuando el sonido de la puerta al abrirse hizo que levantará la cabeza pude ver como Leo entraba con una mujer pequeña colgada a su brazo, encendió la luz y viéndome en el piso burlonamente me dijo

-Feliz cumpleaños

Subieron las escaleras y el dolor volvió a atacarme, con los ruidos obscenos nada disimulados me di cuenta del origen de mi sufrimiento, un frío recorrió mi columna y subí mis rodillas abrazando mis piernas en posición fetal. Dormí muy poco esa noche.

No pude levantarme esa mañana así que permanecí en la misma postura. Vi las pantuflas de Leo empujar mi brazo haciéndome quedar boca arriba.

-Decidí que ella tendría mi cachorro bebé, aguanta un poco más cuando logre tener a mi hijo a mi lado podremos vivir felices mientras lo crías como tuyo.

Me levantó del suelo con sus manos sucias, me sentó en su regazo y me susurro:

-Ella vivirá aquí en lo que dure su embarazo, cariño no tienes de qué preocuparte no la voy a querer más que a ti porque le estoy pagando.

Su humor mejoró considerablemente, mientras el mío estaba cada vez peor, no era enojo era tristeza.

Pasó un mes en el que en silencio atendí a su visita que dormía en el cuarto de huéspedes. Leo pasaba la noche con ella cada dos días, supongo que el lazo que se debilitaba cada día un poco más permite en cierta medida que el sufrimiento físico fuera menor con el tiempo, mi lobo estaba escondido en el fondo de mi corazón y ya no salió más desde hace dos semanas, las noches que duerme conmigo Leo también me hace suyo, aunque regresó a sus maneras suaves y delicadas me da asco tenerlo encima.

Estaba cortando las verduras de la cena cuando regresaron del hospital, mi alfa venía aburrido, dejó las llaves en la canastita y me abrazó por la espalda.

-Negativo bebé, tendremos que esperar otro mes más.

-Oh

Me beso el cuello, jalo mi camisa con algo de fuerza y se quedó estático por un momento.

-Lie porque ya no siento tu olor, tu marca está casi invisible...- desviando la mirada le dije suavemente - la próxima vez que traigan las compras puedo pedirte algo por favor no te enojes si no se puede esta bien.

-Lo que quieras bebé- ignorando mi incomodidad se frotó contra mi espalda, sin olor y con el lazo tan débil no podía saber que pasaba por mi mente.

-Pide más fruta por favor a tu mujer le gusta mucho en su desayuno.

Me presionó fuerte, estrujando mi cuerpo sin cuidado haciendo que me cortara el dedo con el cuchillo, lo levante a la altura de mi rostro viendo como fluía la sangre.

Supongo que Leo se preocupó más de mi falta de reacción que de mi corte porque me zarandeó llamando mi nombre,trajo una servilleta y en dos minutos estaba en el auto rumbo al hospital. Me cosieron la herida, me dieron antibióticos y nos enviaron a casa.

-Bebé que te sucede, me preocupas mucho.

-La cena... la cena de tu mujer- la vista se me nubló y caí en sus brazos. 

Y es...EL DOLOR DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora