Cap. 14

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El lazo se había formado correctamente, nuestros lobos estaban muy felices y en paz. Leo me trataba muy bien, nada me faltaba. Incluso cuando llegó mi primer celo junto a él fue todo un caballero en su trato.

2 meses después de terminado mi celo, Leo me informó que me llevaría con un médico para saber si había quedado en estado. Algo en mi corazón me decía que no, le dije que debíamos esperar un poco, si al tercer mes mi celo no aparecía era seguro que estaba de encargo, podríamos buscar un hospital y un médico de su confianza porque me daba vergüenza que un extraño me tocará.

El calor típico del celo se presentó con normalidad, como si mi vida dependiera de ello tomé ropa de Leo y esparciendo por toda la cama me refregué en su olor, lo llamaba con ansiedad...necesidad. Gritaba su nombre para que me ayudará, mi cuerpo había cedido al mero instinto animal.

Cuando entró por la puerta, se quedó quieto un momento - -Puedo entrar Lie ? - No entendía su pregunta y lo miré confundido.

¿Puedo entrar a tu nido? -

"oh" había hecho un nido, ¿me sentía tan vulnerable por el celo o era por miedo de no haber logrado embarazarme que buscaba protección ?

-Leo...ayúdame

-Bebé, te llenaré tanto que ahora si te preñare con mis cachorros.

Pasaron 3 días de tan intensa actividad que no sentía mi trasero ni mis piernas, Leo había cumplido su palabra, me rellenó hasta más no poder. Toqué mi vientre preguntándome si ya había vida dentro de mí, me hice bolita abrazándome y suspire recordando a mi primer cachorro que me fue arrebatado tan cruelmente.

Y es...EL DOLOR DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora