Cap. 22

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La operación fue un éxito y tendría un descanso largo, Leo volvió a su dulzura habitual haciéndome sentir tranquilo, dormía abrazado a mi como si fuera una almohada viviente, cuando se iba a trabajar procuraba bajarme al primer piso y me dejaba en la sala con una cobija para que no tuviera frío, una beta venía a cocinar y limpiar un poco hasta que pudiera hacerlo yo, se marchaba antes de la comida. Fueron semanas tranquilas en mi vida, ocasionalmente mi alfa me traía flores o dulces, siempre que compraba lo primero guardaba la más bonita para mi cachorrito, a veces me pregunto cómo hubiera sido su carita o su personalidad y lloró por él o ella, no tengo una tumba porque Ban no tuvo piedad tirando "el producto" a la basura con las sábanas ensangrentadas de ese día.

Jamás conoceré lo que es sostener a un bebé en mis brazos porque mi marido no puede darme uno, tal vez mi destino nunca fue dar luz a una vida por lo débil e inútil que soy pues no podría protegerlo.

Estaba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta el momento en el que Leo atravesó la puerta y me abrazó, tal vez estaba tan necesitado de protección y cariño que aproveche su amor para perderme en él haciendo mi vida más llevadera.

-Alfa... Leo... no se si se puede aún pero si es con cuidado... podrías... - sentí mi rostro arder y casi gritando terminé la frase-... MONTARME

Soltó una risa suave, sin decir nada me cargó en brazos como a una princesa, aproveche para hundir mi cara entre su clavícula y su quijada aspirando su olor, tal vez por lo que había dicho sentía su excitación.

Demasiadas emociones pasaron por mi cabeza y mi cuerpo, busqué desesperadamente sus besos, su toque. No quise dormir en toda la noche por el sentimiento de paz que me dio estar en sus brazos, me embriague de su delicadeza y admito que el placer golpeó mi cuerpo con mucha intensidad.

Es cierto que solo salía de mi casa para el control médico pero no me importaba, poco a poco retome las labores de casa cuando me quitaron el yeso del brazo y de la pierna, también el alfa me había dado permiso de cuidar mi jardín siempre y cuando lo hiciera rápido con prendas adecuadas que no muestren piel, estaba tranquilo con Leo a mi lado, las veces que me hacía el amor también aumentaron. En resumen mi mente había encontrado una manera de seguir. 

Y es...EL DOLOR DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora