6. Arrogancia

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—¿Ya me escuchó lo suficiente? ¿Qué espera para regresar a la oficina?

—Iré inmediatamente, señor. 

Me cortó la llamada antes de que pudiera hacerlo yo. ¿Realmente cree que puede mangonearme y tratarme como basura por el simple hecho de que soy su empleado? Que ni crea que se la pondré fácil. 

Al parecer está acostumbrado a tratar a todos así y por eso nadie lo soporta. Le daré una pequeña lección para que se vaya avispando. Conmigo y con la comida nadie se mete. 

Regresé a la oficina después de haberme tomado media hora de almuerzo. Claro que llegué a su “cuarto de limpieza” con la cara más fresca que una lechuga. No tengo nada que perder. 

—Ese «inmediatamente» fue el período más largo que me han hecho esperar… 

¡Ja! Poniéndome esa cara de perro rabioso, como si pudiera intimidarme con eso. No le mandé a esperarme. Por supuesto que no iba a permitir que este idiota se saliera con la suya. 

—Si me disculpa, conozco mis derechos como empleado. La hora de almuerzo es sagrada. Solamente tomé lo que por ley me corresponde. He leído y memorizado el contrato de prueba, si desea puedo mencionarle la cláusula que habla al respecto. 

—¿Verdaderamente le interesa este puesto? Me parece que es todo lo contrario. Hay muchas personas que harían lo que fuera por tener, así fuera una oportunidad de trabajar para mí. 

—Eso no fue lo que me pareció el día de la entrevista. Llevaba más de una semana buscando asistente, por lo que asumo que los espantó a todos con su... — miré alrededor de la oficina—.  Extraña forma de ser. Digamos que no debería ser tan exigente, aparte de eso, debería también aprender a tratar a sus empleados.

La verdad es que sí, exploté con mi propio jefe y en el primer día de trabajo. Solo llevo unas horas, y algo me dice que de hoy no paso. De igual manera, no es que esté haciendo esto por gusto. No hay cosa que odie y deteste más que un patrono que se cree y jura que caga más arriba del culo. 

—Por ahí va la cosa. Tú mismo has abierto la boca. 

¿Qué quiere decir con eso?

—Desde un principio me pareció extraño que alguien como tú estuviera buscando trabajo en mi empresa. De todas las plazas disponibles que hay en la empresa, precisamente aplicó para ser mi asistente. ¿Quién te mandó? ¿Mi padres? ¿Mis suegros? ¿O Mariana? 

Tragué grueso al darme cuenta que volví a ser descubierto. Primero por Steven y ahora por él. ¿Será que también le dijo algo y me mintió diciendo que no le diría? Me niego a creer que este idiota es más inteligente de lo que pensé.

—No sé de qué está hablando — quise actuar de lo más normal. 

—¿Te han enviado para tenerme monitoreado? No sabía que después de viejo necesitaba un niñero. Por otra parte, me agradan las personas con agallas — me dedicó una sonrisa bastante arrogante. 

Tecleó varias veces en su computador para luego girar el monitor hacia mí, mostrándome un vídeo que fue tomado esta mañana cuando hurgue aquí en su oficina. Para quien lo viera era sumamente comprometedor. Desde el ángulo de la cámara, no se aprecia que lo que me metí en el bolsillo era una simple tarjeta. 

Lo peor del asunto no es ese, más bien el hecho de que si le da la gana de fastidiarme con el puede hacerlo. Hace muchos años estuve preso por un malentendido muy similar que involucraba robo de dinero. 

—Lo he visto hurgando en mi oficina esta mañana. Da la casualidad de que he perdido una perla muy valiosa. 

—¿Qué demonios insinúa? Soy todo menos un ratero. Está jugando sucio. Sabe perfectamente que estaba limpiando y organizando su oficina.  

—Puedo jugar mucho más sucio cuando se trata de gente doble cara como tú — entrecerró los ojos y frunció el ceño. 

Este imbécil no sabe con quién se está metiendo. 

—Como he notado que no estás a gusto aquí— tomó el bolígrafo en sus manos y le dio varios golpes al escritorio—, entonces hagamos que sea divertido y valga la pena nuestra convivencia por estos meses de prueba. Veamos si te ganas el puesto de empleado del mes. 

Si No Puedo Tocarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora