27. Me conformo

405 67 6
                                    

Es impresionante la seriedad con la que ha tomado las cosas. Como muestra de su compromiso y voluntad, permitió que fuera a una de sus sesiones con el psicólogo. Ese tal Efraín Velasquez, pudo aconsejarnos mejor, incluso nos mandó a realizar ciertos ejercicios que he decidido poner en práctica diariamente con él. 

He logrado que deje de bañarse y cambiarse de ropa tantas veces. Incluso puso de su parte en desinfectarse las manos cada tres horas, no a cada momento como lo hacía. Le he prohibido usar alcohol puro, lo hemos sustituido por algo menos fuerte. Aunque no lo usa tan frecuentemente, el pulverizador lo lleva con él a todas partes. 

Darle la mano a alguien más le cuesta todavía trabajo, pero no pienso presionarlo. Sé que poco a poco podrá soltarse en ese aspecto, siempre y cuando siga poniendo de su parte como hasta ahora. Ha sido un proceso complejo, pero al mismo tiempo, me llena de orgullo verlo tan dispuesto a cumplir con los ejercicios al pie de la letra. 

Todavía no tengo el placer de tocarlo más allá de su mejilla y manos. Miento si no admito que es difícil para mí, pero cuando pienso que también lo es para él, hace que ese pensamiento egoísta desaparezca. 

Cuando estaba soltero y sin compromiso, no veía a tantas parejas tomadas de las manos o mostrando sus deseos carnales en público. Ahora que estoy saliendo con él, en cada esquina veo a cientos de parejas besándose y tocándose. 

He ejercitado tanto mi brazo derecho, que siento que si continuo así por unos meses más, podré ejercer como fisicoculturista. 

Mis hormonas jamás habían estado tan revueltas como ahora. Duele sentirlo tan mío, y a la vez, tan inalcanzable. 

Después de salir del trabajo, le pedí que vinieramos a mi tienda de helados favorita. Sabía que esto podía ayudarle, por eso también lo animé a venir. 

—Aquí venden helado libre de lactosa. ¿Cuál es tu helado favorito?

—Solía prepararme batidas de vainilla con almendras.

Sé que el ambiente dentro de la tienda es algo ruidoso, pues los padres suelen traer a sus hijos a comer helado luego de un día caluroso en la playa, por esa razón tan pronto recogí nuestra orden, salimos de ahí para irnos a un lugar más tranquilo. La playa se puede ver a la distancia desde la banca donde elegí sentarme. Él dudó muchas veces en sentarse, pues no traía el paño de bolsillo. 

—Todo estará bien. 

Pareciera que estaba esperando esas palabras de mí para hacerlo. 

—¿Sueles venir mucho aquí? — indagó. 

—Solía hacerlo, aunque hace varios meses no lo hacía por falta de tiempo. Pruébalo, sé que te gustará. 

Miró varias veces el vaso del helado, hasta que se atrevió a tomarlo en las manos. 

—¿Ves? Sabía que podías. 

Había hablado de las parejas antes, tal parece que también se ha dado cuenta, porque no ha dejado de mirar a las parejas que vienen y van.  

—Hay mucha gente — soltó. 

—Aunque sea un día en semana, todos quieren aprovechar al máximo sus vacaciones. Después de todo, estamos en pleno verano. El cuerpo lo que te pide es playa, sol y arena — destapé mi helado de fresas y comencé a comer a de el, no podía esperar a que siguiera derritiéndose. 

Él me observaba con atención. No podía descifrar lo que por su mente estaba pasando. 

—¿Quieres? — le ofrecí. 

—No, gracias. 

Por un momento lo olvidé. Quien me viera. Ni siquiera un besito indirecto puedo tener de esa boquita tan linda, solitaria e inexperta. 

—Pareces un perro con rabia — su comentario me bajó de esa nube en que me encontraba. 

Me limpié con una servilleta, pues ni cuenta me había dado de que se había escurrido una gota hacia mi barbilla.

—¿Y qué hacías viendo mi boca? — le cuestioné directamente. 

—Es imposible que pase desapercibido. 

—Tú tienes de romántico lo mismo que tengo yo de santo. Ya veo que en la vida real, las salidas a comer helado con tu pareja no son como lo pintan. 

—¿Qué quieres decir con eso? 

—Otro en tu lugar me hubiera limpiado, no sé, con un papel, con la mano, con un beso. La realidad a veces es tan aburrida y decepcionante. 

—¿Te resulta aburrido y decepcionante estar aquí conmigo? 

—No, pero es difícil. 

—Trabajaré en ello.

—Quizá soy yo quien tiene que trabajar las cosas y dejar de hacerme tantas expectativas. Tal vez soy yo quien debe trabajar en ser más comprensivo y menos egoísta. Perdón por explotar de esa manera. 

—Me gusta que me digas lo que piensas y lo que sientes. Esa es una de las tantas cosas que me gustan de ti; tu sinceridad. 

Me dejó impactado la manera en que entrelazó su mano en mi pelo y depositó un beso frío en mi frente. Me sentí como un niño pequeño siendo mimado por su papá. Aunque fue algo tan ligero y simple, sentí una fuerte turbulencia en mi estómago, y esta vez no era un malestar desagradable; todo lo contrario. Si quería dejarme sin palabras, definitivamente lo ha conseguido. 

—Me conformo con ese beso… por ahora — desvié la mirada hacia la playa, sintiendo que el rubor se iba esparciendo por todo mi rostro. 

Si No Puedo Tocarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora