Sus manos se relajaron, dejaron de apretar tan fuerte el volante. Honestamente, una parte de mí se quedó a la expectativa por saber si se atrevería realmente a hacerlo.
Su mano derecha soltó el volante tan pausadamente que mis ojos la observaron con atención. Son grandes, solo que están rojas por lo mucho que se las frotó previamente con alcohol puro. Deben arderle de todas las veces que lo hace durante el día.
Todavía expectante a su pausado movimiento y mano temblorosa, terminé rociado con ese pequeño pulverizador que carga a todas partes. Su método de crear una barrera entre los dos siempre es esta.
Debí imaginar que no sería así de fácil. ¿Por qué ese hecho me decepciona un poco? ¿Será que, tal vez esperaba que sí lo hiciera? Soy un idiota. Creo que fui muy lejos en pedirle tal cosa. No estoy considerando lo que siente y lo duro que es lo que está atravesando, puede incluso pensar que lo estoy cogiendo a broma.
—Me ha quedado claro. Siento mucho haberte pedido eso. No lo volveré a hacer nunca más— fijé la mirada al camino, tratando de ignorar a toda costa su presencia para no sentirme más avergonzado por mi atrevimiento.
Las horas restantes en la empresa fueron llevaderas, porque no tuve que coincidir con él hasta la hora de salida. Todavía me sentía apenado con lo sucedido, por esa razón intenté no hablar sobre ningún tema que no fuese estrictamente de trabajo. Él se notaba pensativo desde que me vio entrar a su oficina hasta que me vio marcharme.
Cuando finalicé el turno de la noche, me reuní con mis compañeros en la barra después de cerrar. Ellos son fiesteros, les gusta divertirse y tomar; en cambio yo suelo escabullirme de ese grupo, más ahora que tengo que madrugar para ir a verle la cara al señor cascarrabias.
Los temas que estaban tocando no eran de mi interés. Tal vez solo buscaba un poco de compañía, distracción y un poco de alcohol para ahogar mis penas.
Las cosas serán tan incómodas ahora para los dos luego de ese evento. Tengo que aprender a cerrar el hocico, así me ahorraría este tipo de situaciones lamentables y vergonzosas.
Regresé a mi apartamento después de unos cuantos tragos. Hice mi rutina diaria de despojarme de toda esa ropa, prendas, peluca y maquillaje que en estos momentos solo estorbaba.
Después del baño, ya acostado en mi cómoda cama, ese idiota volvió a aparecer en mis pensamientos como un miserable parásito aferrado al culo. Me está contagiando sus cambios de ánimo. Desde que lo conocí, no ha hecho otra cosa que taladrar en mi cabeza.
Es una prueba más que debería sobrepasar, pero ¿por qué se me hace tan difícil? ¿Por qué me pone tan duro pensar en él?
El alcohol me está afectando las pocas neuronas que quedan en mi cerebro, porque ahora mismo no puedo parar de pensar en esas manos tan grandes, bien formadas y lindas que tiene. ¿Cuán suaves serán?
Cerrando los ojos solo puedo imaginar lo bien que se sentiría ser tocado por ellas, pero ¿de qué vale imaginarlo? Sé perfectamente que ni él podrá tocarme y yo tampoco podré hacerlo.
En el instante en que agarré mi pene, oí el timbre de la puerta y quedé de pie al lado de la cama. Sentí que el alcohol abandonó mi cuerpo. No es que hubiera estado haciendo algo malo, pero así me sentí cuando recobré los sentidos.
Esperaba encontrarme con algún vecino, tal vez con algún compañero del trabajo, excluyendo a Mariana de la lista, pues, aunque ella tenga copia de mi apartamento, estamos distanciados ahora, pero a quien menos esperé encontrar frente a la puerta de mi apartamento y a esta hora era a Tom. Cargaba el bastón de siempre, pero en la otra mano que suele llevarlo. ¿Qué está haciendo aquí?
—¿Q-qué haces aquí?
No pronunció palabra alguna, estaba sudando, fatigado y más rojo que un tomate, no sé si estaba en un episodio de esos, pero me mantuve alerta por si acaso.
—¿Necesitas tomar aire fresco?
Su mano agarró inesperadamente la mía, dejándome impactado y petrificado. Mi cerebro se quedó buscando señal. Si supiera lo que estaba agarrando con esa misma mano hace unos segundos terminaría en coma por mi culpa.
—¿Esto es suficiente para ti?
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Si No Puedo Tocarte [✓]
RomanceDesde la repentina renuncia de su empleado de confianza; el vicepresidente ha estado en busca de alguien competente que pueda llevar el liderazgo y cumplir las tareas de manera eficaz, del mismo modo que su exempleado logró ejecutar sin problema alg...