35. Conmovido

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—Es un gusto conocerlo, señor… — le di un apretón de mano, no pensaba dejarlo con ella extendida.

—Isaac, puede llamarme Isaac — dejó ir mi mano, mirando hacia el fondo del pasillo—. ¡Ana! ¡¿Dónde estás cuando te necesito?!

Su grito me sobresaltó. Ahora veo a quién salió Tom. Una de las asistentes que vi el otro día llegó hasta nosotros a las carreras. 

—Cancela todas las reuniones de la mañana. 

—Enseguida, señor— ella se arregló los espejuelos.  

Tom me observó mientras se frotaba la sien. 

—Ve a atender tus asuntos, tomaré prestado a tu asistente, hijo. 

—No, lo que vayas a decirle que sea frente a mí. 

—Usted y yo tenemos mucho de qué hablar. ¿Acepta mi invitación a tomarnos algo y dialogar? 

—Yo… — miré a Tom, y esa mirada suplicante no pude pasarla desapercibida—. Estaré encantado en ir con usted, pero ¿Tom podría podría acompañarnos? 

—Él no visita lugares públicos. Lo hago por su bien. 

—Por supuesto que lo hace. ¿Verdad, Tom? 

—Así es, papá.

Él nos miró incrédulo, pero sé que en el fondo quisiera verlo con sus propios ojos. Obviamente servirá de terapia para Tom. Además de que, puedo apostar todo que esto le dará tranquilidad, lo llenará de orgullo y le devolverá las esperanzas de que su hijo podrá recuperarse y vivir la vida que merece.  

Vinimos juntos a una cafetería que queda justo al frente de la oficina. Tom se veía bastante nervioso, aunque no sabía descifrar si era por lo que pudiera decir su papá o por estar en un lugar como este. Ya hemos visitado varios lugares parecidos, pero siempre tomaba sus precauciones, ya sea con el pañuelo o sus pulverizadores, pero en esta ocasión, no tiene nada de eso encima. 

Me senté invitándole a sentarse en la silla que queda justo al lado. Al haberlo hecho, fue que se decidió a sentarse, aunque se veía bien tenso y nervioso. 

—Eres increíble — le susurré—. Voy a recompensarte por todo este esfuerzo y tu valentía, mi Tommy — le agarré la mano por debajo de la mesa, descansándola en mi regazo. 

Disfruto viendo el rubor en sus mejillas. No me lo como a besos porque está su padre aquí delante o esa boquita ya sería mía. El solo hecho de pensar en todo lo que hicimos durante el fin de semana, ya me pone contento.  

—¿Se conocían anteriormente? 

—No, señor. Nos conocimos hace unos nueve meses. 

—Diez — agregó Tom. 

—Sí, diez. 

Madre mía, se acuerda con exactitud.

—¿Desde cuándo están saliendo?

—Pues comenzamos a salir recientemente.

—¿Continúas recibiendo ayuda con Efraín, hijo?

—Sí, papá. Aunque ahora las sesiones están siendo grupales… 

—¿Grupales? 

—Entre él, Ossian y yo. 

—¿Por qué no nos habías comentado sobre esto? ¿Por qué te desconectas tanto de tu madre y de mí? ¿Crees que no nos importa tu bienestar y tu recuperación? Lo menos que podías haber hecho era decirnos que has mejorado. 

—Perdone que me entrometa, pero en realidad, él aún no está recuperado del todo, aun así, se esfuerza día tras día en seguir al pie de la letra el tratamiento y las terapias. Ha sido un largo proceso, pero confío en la fuerza, determinación y sobre todo, en la valentía de su hijo. 

Jugó con el anillo de matrimonio que llevaba en su dedo, para mí era evidente que estaba nervioso y tal vez, un tanto triste y agobiado con la situación, ahora sabiendo que todavía queda un largo camino por recorrer. Puedo entender su dolor y tristeza. La señora Laura se veía igual de afectada y preocupada, por obvias razones. No quisiera que él se distanciara de sus padres, porque se ve que lo quieren. Se equivocaron en ejercer tanta presión en él, pero en el fondo, sé que no lo hicieron con una mala intención, más bien fue porque creyeron que de esa forma le harían un bien, pero no fue así. 

—Tom — me acerqué a su oído—. ¿Por qué no intentamos hacer una prueba? 

—¿Qué prueba? 

—No te sientas presionado, sabes bien que eso es lo menos que quiero, pero quisiera saber si estás dispuesto y sientes ganas de intentar darle la mano a tu padre. No te voy a pedir que camines de la mano con él, con un simple roce basta. Si no te sientes cómodo con ello, solo dímelo en confianza. Esto es un trabajo en equipo, porque eso somos, un equipo. 

—Ossian, yo…

—Entiendo que es complicado, más no imposible. Si no te sientes preparado todavía, lo entiendo. 

Permaneció en silencio por unos largos minutos que parecieron décadas. Su padre continuaba preguntándome sobre lo nuestro, dejando a un lado el tema del tratamiento y todo eso, asumí que debía ser por no incomodar a Tom y es lo mejor que pudo hacer. 

Me sentí acribillado varias veces, pues las preguntas de una forma u otra involucraban cosas que, al final, daban como resultado lo que hemos tenido que atravesar para estar juntos. Cabe mencionar que me pone feliz saber que no nos juzga, que no tomó esto de mala manera. Quizás en el fondo, estoy juzgando a todo el mundo, pensando que todos son igual a la familia que me tocó. 

—P-papá — la mano libre de Tom descansó sobre la de su padre, tan de repente, que todos hicimos un silencio sepulcral en la mesa. 

Mis ojos se abrieron de la sorpresa y si me parecía que los míos estaban bien abiertos, los de su papá no se quedaban atrás. 

—Trataré de mantenerlos al tanto; a ti y a mamá. 

Aunque su padre se había quedado sin palabras, asintió varias veces corridas y pude notar a simple vista que sus ojos adquirieron un brillo peculiar. Estaba impactado, pero muy conmovido.  

Si No Puedo Tocarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora