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—Te luciste como siempre, Elah. Estuviste preciosa —elogié a mi amiga cuando volvió a entrar al camerino luego de su baile en la tarima. Cada una tiene un tiempo predeterminado, un baile por noche, a veces dos y luego los clientes solicitan bailes privados.

Cada noche hay turnos para cada una de las mujeres, dejando a las mejores bailar al principio y al final para el cierre, y ahí es donde entramos nosotras. Las demás bailarinas bailan de manera independiente debajo de la tarima, se les acercan a los clientes en los sillones y bailan ganándose billetes.

A nosotras nos lanzan billetes de cien con tan solo una mirada y un movimiento de cadera, es una gran ventaja estar sobre el escenario ya que tienes toda la atención para ti. Y eso quiere decir, todo el dinero de esos perros hambrientos de carne para ti.

Primero entró Margarita, luego le siguió Elah. Karmen está en el escenario ahora, el público se escucha hasta aquí, es una excelente bailarina. Tomó clases de diferentes géneros cuando era adolescente y eso le ayuda bastante.

Si tan solo no fuese tan arpía.

Elah seguro tiene clientes solicitando bailes privados, con su hermosa cara de muñeca no lo dudo. Le estoy arreglando su cabello y retocando su maquillaje para que esté lista. Realmente es hermosa, tiene un cabello rubio brilloso y largo. Sus pestañas sonlargas y sus ojos verdes. Tiene curvas no muy pronunciadas pero todo en ella gritaba ternura, y eso vendía mucho.

—Gracias, Esthela—sonrió admirando su propia belleza en el espejo—. Oigan chicas, ¿saben que vi? La zona VIP está llena, pero solo está ocupada por los nuevos dueños.

Arrugué la nariz, la zona VIP es un balcón frente a la tarima. Es la mejor área, hasta hay una barra allá arriba. Cuando se llena es porque hay personas importantes y de vez en cuando nos llaman para que bailemos para esos clientes. Nos pagan muy bien.

Si los jefes frecuentan esa zona nos podemos ir olvidando de esos billetes.

—Para ser tan inteligentes con el movimiento del dinero, son muy tarados. La zona VIP es uno de los mejores ingresos que tiene el lugar, luego de nosotras. Es el mejor lugar para obtener la mejor vista del escenario—dije—. Yo hubiese dejado espacio para que lo llenen los clientes.

—Pensé lo mismo —se encogió de hombros—. Pero no me atrevo a decirles tarados como tú. La verdad, se me hace que esos dos tienen unos aires de superioridad. ¿No crees?

Sí. Totalmente.

—Prefiero no pensar en ellos y terminar con mi trabajo cada noche —murmuré terminando de peinarle el cabello.

—Eres una genio, amiga. Me dejaste hermosa.

—Siempre has estado hermosa, Elah.

Ella sonrió con sus mejillas regordetas rosadas.

—Gracias, Esthela. Lo harás genial esta noche, espero que ganes mucho —sonreí con la boca cerrada—. Me iré a reunir con José. Digo, ya sabes, para a ver cuántas solicitudes de bailes privados tengo.

Su repentino nerviosísimo me hizo poner los ojos en blanco y soltar una risa que hizo que me mirara mal. ¡Sabía que esos dos se traían algo! Ojo de loca no se equivoca.

—Claro —ironicé aguantando otra carcajada. Ella se detuvo en seco y me miró pícara—. ¿Qué?

—En la primera mesa está Tomás.

Y sin decir nada, pero, totalmente sonrojada, se fue.

Tomás. Mi querido cliente Tomás. Nunca se pierde una noche en la que me toca bailar, siempre es el primero en reservar. Es el que más billetes me deja cada vez que nos vemos, pero, sobre todo, es el único que me mira con ojos brillosos y embobado de una manera diferente. Y eso me asusta.

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