veintidós

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A pesar de mi cálida e inesperada bienvenida, las horas en el club pasaron rápidas y con muchos beneficios, si hubiera sabido que los clientes iban a soltar tanto billete luego de no verme por unos días, me hubiese ausentado más seguido.

Hice mis sesiones privadas, me fue muy bien. Ningún cliente se sobrepasó. Solo en mi primer baile frente a todos, un borracho intentó subirse a la tarima, los de seguridad fueron muy rápidos. Eso hubiera terminado muy mal.

—Es tu último baile, ¿verdad? Llegaste como un huracán arrasando con todo —me halaga Elah ayudándome a apretarme el sostén, no alcanzo la parte de atrás.

—Sí. Gracias, Elah. A todas nos ha ido muy bien. Los clientes vinieron muy dadivosos esta noche.

—Y sí. Ahí está. Wao, está muy bonito ese conjunto.

Sonreí viéndome al espejo por última vez. Mis rizos gruesos y esponjosos caían sobre los diamantes falsos de mi sostén. Amo las piedrecitas brillantes aunque no sean reales. Recuerdo haber comprado este vestuario en una tienda de disfraces, estaba en oferta. Es muy sexy, pero aún más sensual me hace ver el labial rojo que llevo puesto.

En camino al escenario por la parte de atrás me permití pensar en lo que ha estado rondando mi mente desde que empecé a bailar. Los hermanos Russo. Hemos cruzado miradas toda la noche, me veían desde el balcón VIP. Realmente espero que Michael se haya dado cuenta de mis miradas de odio. Estoy agradecida de no tener la obligación de pasar palabras con ellos, eso empeoraría el chisme. Karmen me está haciendo la vida imposible, un poquito más no soportaría.

Gemí cansada. Los pies ya me duelen, me palpitan. Los tacones son muy altos e incómodos.

—Esta última y ya. A casa —entre suspiros me consolé a mí misma antes de salir.

Sonreí coqueta ante los silbidos y comentarios que me gritaban los hombres sentados en sus mesas.

Me sentía como carne fresca, no en un buen sentido.

—¡Muévelo, mi amor! —me lanzó tres billetes.

Pueden ser asquerosos cuando se lo proponen.

Mi último baile de la noche fue uno sensual. "Ardiente" es la palabra que usó José indicándome que eso es lo que quería que hiciera. Siguiendo órdenes empecé a moverme al inicio de la música lenta. Es como un R&B, pero no me hagan caso, de música no sé mucho.

Lentamente bajé moviendo la cadera con las piernas abiertas hasta quedar de cuclillas, me meneaba hacia adelante y hacía atrás. No pude luchar con mis impulsos y miré hacia el balcón, para disimular puse una mano en mi cuello, como si fuera parte del baile y era necesario mirar arriba.

Ahí están. Imponentes, como siempre. Observadores y callados. Sus dos pares de ojos seguían el movimiento de mi cadera. Michael mordía y lamía su labio, como si le hubiesen puesto un plato de su comida favorita frente a él. De a momentos daba un trago del líquido que está en su vaso de cristal. Donovan expulsaba humo de su boca, ugh, cómo me repugna que fume.

Mi corazón tropezó cuando su mirada dejó mi cintura e hicimos contacto visual. Le hizo una seña con la mano a un seguridad, aun viéndome le susurró algo. Él le asintió a su jefe y se fue a cumplir lo que sea que le haya ordenado. Miré al público de inmediato, cortando cualquier contacto con Donovan.

¿Cómo es posible que aunque haya esta gran distancia entre nosotros me estremezca al mirarlo tan relajado y enfocado en mí?

Me agaché y gateé recogiendo el dinero que me han lanzado y colocándolo en los bordes de mi pequeña ropa. Son muchos, tanto que me da felicidad el hecho de que me lo llevaré todo a casa hoy. Ya hasta se me olvidó porqué estuve molesta hace rato.

Mientras recogía seguía bailando, me rozaba contra el tubo de metal, girando en él apoyándome de mis manos hasta que llegó la hora de acabar.

El foco de luz dejó de enfocarme al apagarse y esa fue mi señal para salir de ahí. Agitada, pero feliz, sonreí ya estando en el pasillo detrás de la tarima con la gran cantidad de dinero en mi mano y en mi sostén. Fue una buena noche.

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