ocho

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—¡Lo hiciste excelente, amiga! —Margarita me abrazó en el pasillo.

Su reacción me produjo una risa feliz. Todo salió mejor que como esperaba, el club está lleno de caras nuevas, hombres de más edad a como acostumbraban a venir.

Lo único que me llamó la atención fue la repentina huida de Michael en medio del baile. Uno de los nuevos guardias de seguridad le susurró algo en el oído que lo puso en movimiento inmediato, salió corriendo de la zona VIP. Mi instinto no para de decirme que tiene que ver con lo que pasó hace unas horas con aquel hombre.

—No, tú lo hiciste excelente amiga —repliqué tratando de que no se dé cuenta que me distraigo con el mismo pensamiento una y otra vez.

Karmen nos pasó por el lado sin decir nada y siguió caminando moviendo sus caderas de un lado a otro. Me sentí mal, cualquiera se sentiría rechazado al ver una escena así y no recibir el mismo trato.

—¡Karmen! —la llamé. Ella paró y volteó inexpresiva. Margarita abrió los ojos como si estuviera loca— Lo hiciste muy bien hoy, felicidades. Espero que te vaya bien en tus sesiones.

Me di cuenta como escondió de inmediato una pequeña sonrisa, tomó aire y volvió a alzar su barbilla como acto de soberbia.

—¿Verdad que sí? —respondió. Guiñó un ojo y se fue meneando su cabello al aire. Margarita me codeó con fuerza y me quejé.

—¿Estás loca? —gritó en un susurro, puse los ojos en blanco y palmeé su hombro.

—Todos necesitamos una palabra de aliento.

—¿Aunque sea Cruella?

—Aunque sea Cruella —confirmé. Ella hizo una mueca y seguimos caminando en el pasillo. Aproveche el silencio y que estamos solo nosotras para hacer la pregunta que tanto me hago—. Oye, Margarita — ella se volvió con sus gran ojazos curiosos, ¿cómo pregunto esto?—, ¿no crees que hay algo raro desde que llegaron los nuevos jefes?

—¿Raro cómo?

Me encogí de hombros.

—Raro como... ¿oscuro? Peligroso, más bien —mordisqueo mi labio inferior con nerviosismo. Ella dejó de caminar e hizo un puchero, luego de pensarlo negó con la cabeza.

—Amiga, lo único peligroso en este lugar es la belleza de esos dos —mis mejillas ardieron porque en el fondo estoy de acuerdo con ella—. ¿Qué me dices de Michael? Ese pelo que se mueve cada vez que da un paso, sus dedos largos —no me había fijado en eso—. Son hombres muy atractivos.

—Donovan es misterioso —le seguí la corriente porque, ¿por qué no? Ya que estamos en estas.

Ella asintió eufórica. Seguíamos detenidas en el pasillo poco iluminado, ambas recostadas de las paredes laterales viéndonos a los ojos. La música se escucha distante. El pasillo está frío.

—Lo es, eso lo hace más atractivo. Su acento es como una pedrada en la frente que te saca de la realidad.

Su acento, tiene razón. Es una mezcla de inglés y ruso. Muy atractivo, varonil.

—Qué poeta.

—Mujer, Esthela, una mujer. Son cosas que notamos y una vez que lo hacemos ya no hay vuelta atrás. ¿Por qué me has hecho la pregunta? ¿Tú has visto algo fuera de lugar?

El grito del aquel hombre volvió a reproducirse en mi mente como una escena de terror que nunca se borra.

"No te quiero volver a ver por aquí, Esthela. Sino, me va tocar arrancarte los ojos."

Tragué en seco y negué bajando la mirada. No quiero asustarla con mi -no muy probable- paranoia.

Margarita sonrió despreocupada y peinó su cabello a un lado.

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