treinta y cuatro

112 8 33
                                    

Violet.
Mismo día

Una ducha rápida y mi ropa de trabajo. Bajé lo más rápido que pude, encontrándome con Donovan sentado en la counter de la cocina con el celular en sus manos.

Él definitivamente cumplió con lo que le dije, su torso sigue al descubierto, dando un espectáculo. Sin embargo, puedo ver una sudadera de zipper perfectamente doblada a su lado.

Dejé mi bolso a un lado para el momento en el que me toque irme a trabajar y me acerqué al hombre más atractivo del penthouse.

Al sentirme cerca bajó su celular y me miró observando detenidamente mi atuendo, sobre todo mi cabello. No hay nada impresionante. Siempre uso ropa holgada para ir al club, es como una recompensa anticipada por la ropa incómoda y apretada que tendré que aguantar por horas.

—Deberías bailar con eso, te queda excelente —su sarcasmo me hace sonreír de la manera más falsa posible. Por supuesto que me queda terrible, es una camiseta holgada y unos pantalones de algodón—. No pensé decir esto, pero, ¿podemos comer ya? Tengo hambre.

La pasta está perfectamente servida en dos platos grandes, los cubiertos están correctamente puestos. Donovan no hizo esto pero ordenó que lo hicieran. Me gusta que estemos en el counter y no en la mesa, menos informal.

—Vaya. Qué buen detalle, hasta pensaría que eres un caballero.

—Lo soy, que no te quepa la menor duda de eso.

Salté sobre la silla y quise seguirle la broma, pero no pude. Lo miré directo a los ojos en busca de una respuesta. Cuando estuve en la habitación revisé los mensajes que Tyler me dejó en el celular. Me estaba felicitando por haber convencido a la profesora para que me dejara tomar el examen, y no solo eso, me felicitaba por ser la estudiante con mejor calificación.

Y la cosa es que, yo nunca tomé el examen. Tyler intentó abogar por mí y la profesora no cedió, el único que sabía a parte de nosotros dos es Donovan. Y cuando leí el mensaje supe que lo hizo él. Quisiera enojarme con él, pero no puedo porque literalmente me salvó de perder mucho dinero y repetir todo el semestre.

Donovan Russo es impresionante, sobre todo porque lo hizo y no me dijo nada. ¿Por qué lo hizo?

—¿Pasa algo? Tienes cara de pérdida. No es como que no la tengas siempre.

Lamí mis labios y eché mis pensamientos lejos. Llegará el momento de confrontarlo.

—Ya, ya —enrollé la pasta en el tenedor y él hizo lo mismo—. Todo sea por las experiencias vividas —levanté mi tenedor y lo choqué como con el suyo como si fuera un brindis de bebidas—. ¡Salud!

—Estás loca —frunció el ceño. Sonreí antes de llevarme la pasta a la boca y en cuanto lo hice gemí cerrando los ojos al sentir la explosión de sabores en mi boca.

—¡Uhm! Qué rica está.

—Lo sé —qué humilde, como si acaso hizo algo—. No hables con la boca llena, mujer —me encogí de hombros en forma de disculpa.

Se llevó la comida a la boca y a diferencia de mí no hubo ninguna reacción. Lo miré expectante de cualquier gesto o comentario. Curvó sus labios hacia arriba y ladeó la cabeza ligeramente.

—No obtendrás una reacción de mí, Vee —se burló de mí.

Dejé salir la risa que tenía retenida y le contagié mi gracia. Sus ojos volvieron a achinarse y me dio ternura.

—Quedó excelente, Donovan. Con mucho queso, pero rica. A mi me gusta. Además, la hicimos desde cero, ningún plato de algún restaurante con estrellas Michelin puede comprar eso —él masticó en silencio con la mirada puesta en la comida.

UNIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora