dieciséis

197 17 15
                                    

DONOVAN

Mareo. Esa es la palabra que puede describir lo que siento en este momento. Los golpes de estos hombres me tienen mareado. He aguantado por unos cinco minutos, pero no creo poder más las patadas que me dan en el estómago.

Al inicio me defendí, pero el golpe que me dio Kevin en la cabeza me dejó aturdido y desde entonces estuve a su merced.Siento sangre en todas partes, dentro de mi boca está el líquido metálico burbujeando entre mis dientes.

—¿Últimas palabras, Russo?

Alcé la mirada encontrándome con ambos cobardes apuntándome con sus pistolas. Las sonrisas en sus caras impulsó mi ira. Detesto que me vean desde arriba como si fuera un pedazo de nada, que quieran pisotearme.

Un estruendo se escuchó arriba dejándonos desconcentrados a todos. De repente empezaron a sonar disparos.

De un momento a otro el cuerpo de Kevin cayó a mi lado cuando una bala le perforó la cabeza. Joshua queda igual de sorprendido que yo, cuando voltea a buscar el que causó la muerte de su compañero fue impactado por un disparo, cayendo sobre el cuerpo de Kevin.

Al tener el campo limpió vi al responsable. Wilmer. Tiene en la mano una pistola con un silenciador y una sonrisa arrogante pegada en su horrible rostro de mentiroso.

—¿No te querías tardar un poco más? —me quejé con sarcasmo y rabia. Él se acercó y me tendió la mano para ayudarme a levantar. La rechacé con un golpe. Tomé aire antes de impulsarme con mis propias fuerzas y ponerme de pie—. Puedo solo.

Escupí la sangre fuera de mi boca con asco.

—Tenía que avisar a tu hermano y a mis hombres. No seas malagradecido, hombre. Al fin al cabo somos socios —me sonríe mordiéndose el labio inferior.

—Yo no soy tu socio —hablé entre dientes con la ira brotando en cada sílaba.

—Tu hermano dio la orden. Quieras o no ustedes serán los financiadores de mi cargamento de droga. Siempre es un placer hacer negocios con un Russo. Su padre fue el mejor en la droga, miren esto como una puerta para entrar al negocio de una vez por todas y dejar el lavado de dinero —lo empujé con fuerza ignorando el dolor que tengo en todo el cuerpo. Él alzó la barbilla esperando que yo tire el primer golpe, las ganas no me faltan pero tengo que ser astuto, ni siquiera puedo pararme derecho—. Toma, la necesitarás —me extiende una pistola que acaba de sacar de su cintura y se la arrebaté de la mano. Se ríe con cinismo el desgraciado.

Me enfurece que mencione a mi difunto padre, no tengo mucho afecto por él pero no es un gesto muy generoso cuando nos comparan a mi hermano y a mí con ese señor. Jamás seremos así, yo me encargaré de eso aunque el cabeza dura de Michael sea fácil de persuadir.

—Nosotros no nos metemos con la droga. Te daremos dinero, ya está. Nuestro nombre no estará en ese cargamento, no nos ligamos con esa porquería —le advertí con la pistola en alto mientras lo veo directo a los ojos, él volvió a sonreír y asintió con lentitud. A todo esto allá arriba no hay más que caos, podemos escuchar todo, sin embargo aquí estamos—. Una cosa más, Wilmer —esta vez lo apunté en la sien, si un disparo se me escapa no lo lamentaría.Él se tensó y su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco—. No vuelvas a hablarle a mi hermano de tus negocios de la droga. No nos interesa. ¿Entiendes?

—¿No te interesa a ti o a él? Es un hombre con visión, deberías...

Quité el seguro de la pistola y cerró la boca. Alzó las manos en forma de inocencia. Sí, claro. A ninguno de los dos nos sobra inocencia.

—¿Te quedó claro o te lo tengo que repetir?

Impotencia es lo que percibo en sus ojos y no me importa, yo lo siento diez veces más. Me he roto el culo tratando de que no nos relacionen con los negocios pasados que tuvo mi padre con la droga, y aún más evitando que mi hermano se meta en esos líos. Nadie, mucho menos Wilmer, va hacer que se ensucie otra vez el apellido Russo con la droga.

UNIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora