cuarenta y uno

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VIOLET

—Mhmm —gemí fastidiada por el molestoso sonido que me interrumpe el sueño. Alguien está tocando la puerta con bastante insistencia.

Me removí en la cama y mi mano serpenteó por las finas sábanas en busca de algo para taparme los oídos. Abrí los ojos en par cuando sentí tocar algo fuerte y duro.

Oh. Claro... Anoche me quedé dormida en la habitación de Donovan, no solo en su habitación, sino también en sus brazos. ¡En su cama! Su brazo está abrazando mi cintura con firmeza, mi cabeza está pegada a su pecho y sus piernas están entrelazadas a las mías. No sé en qué momento pasó esto, solo me quedé dormida a un extremo de la cama por petición de Donovan, dijo que era mejor que me duerma ahí esta noche y otra excusa más que no recuerdo.

Donovan fue un idiota conmigo anoche pero luego de disculparse y entenderme, fue un caballero. Limpió la sangre seca que tenía en la cara, preparó la tina para mí en su baño y me dio privacidad y espacio, luego preparó su cama para que pudiera descansar. Siendo sincera, ese era el trato que necesitaba luego de ese día tan... espantoso.

Me removí otra vez al escuchar que vuelven a tocar la puerta. ¿Quién podría ser? Ninguna de las empleadas se atrevería a tocar así la puerta de su jefe, mucho menos John.

—¿Donovan? —susurré tratando de despertarlo—. ¡Donovan! —grité en un susurro.

—¿Mhm? —hizo un sonido que pareció un gruñido ronco, me sonrojé por aquella sensación que me produjo escucharlo así.

—¿Donovan? —esta vez no fui yo quien lo llamé, es Michael del otro lado de la puerta. Donovan abrió lentamente sus ojos encontrándose con los míos, me miró por un momento y la magia se acabó cuando Michael lo volvió a llamar.

Él resopló y mis rizos volaron fuera de mi frente.

—¿Qué quiere ahora este pedazo de...?

—Hey —lo interrumpí para impedir que insulte sin querer a su querido hermano. Él frunció el ceño ligeramente acomodando su vista al poco rayo de luz que entra por las cortinas—. Tu habitación es acogedora —dije de la nada. Las cortinas son blackout en un tono oscuro, sin embargo no impiden los rebeldes rayos de luz que entran por las esquinas del ventanal. La vista desde aquí es hermosa, incluso aún más que la de la oficina.

Donovan atrapó uno de mis rizos en su dedo. Me tomó desprevenida cuando su mano tomó mi rostro y Donovan acercó sus labios a los míos, esperé un beso profundo y hambriento, pero no fue así, solo rozó nuestros labios.

—¿Puedo? —me preguntó con voz ronca. Se me aceleró el corazón y mi mirada se suavizó al ver que pregunta por consentimiento para besarme. Donovan sabe por todo lo que pasé anoche y entiende que es duro para mí, que respete que quiera espacio para mí es... excitante. Lo miré a los ojos y no tardé en ser yo quien lo bese, un beso pequeño y dulce.

—Siempre —solté sin darme cuenta de lo que acaba de salir de mi boca. .

—¿Siempre? —preguntó de manera provocativa— No me enciendas porque luego será difícil apagarme, mujer.

—¡Donovan, abre ya hermano! —siguió insistiendo. Qué oportuno suele ser Michael, siempre en los mejores momentos.

—Ve abre la puerta, si escucho a Michael gritar otra vez me voy a lanzar del último piso.

Él rió ronco y me tapé la cara con la almohada para que no note que me sonrojé. ¿Qué me está pasando? Estar a su lado me pone muy hormonal.

Él se levantó y vi como rodeó la cama encaminandose a la puerta, su cuerpo musculoso y marcado está casi al descubierto si no fuera por el pantalon de pijama que cuelga de su cintura, puedo ver la cinturilla de sus boxers negros sobresalir. Se arregla el pelo hacia atrás con cada paso que da, es como ver a una obra de arte cobrar vida y que pase por enfrente de mis ojos.

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