once

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El estruendo de un portazo me despertó, mis ojos viajaron directo a la puerta esperando lo peor, sin embargo sigue cerrada, tuvo que ser arriba. El sudor que me dejó el cuerpo pegajoso no es producto de mi calor sino del que me daba Donovan.

Al parecer en medio de la noche me hice bolita en su espalda y me quedé durmiendo allí como un cachorro asustado. Él sigue durmiendo, en medio de la noche sentí que se movía muchas veces como un trompo.

Me dediqué a verlo, sus labios estaban en una fina línea, su cabello negro y ondulado había caído a su frente sin cuidado, está despeinado. Sus mejillas tienen un ligero color rosado por el calor, se veía tan inofensivo. Ay, las apariencias.

Me dejé llevar por el impulso y puse mi mano en su frente alejando el mechón que descansaba ahí. Si voy a morir hoy, esta es una buena vista para disfrutar por última vez.

Donovan apretó levemente los ojos al sentir mi toque y no tardó en abrirlos encontrándose con los míos. Se me cortó la respiración al ver esos ojos verdes iluminados por la poca luz que entraba. Sus pupilas se dilataron.

¿Cómo es posible que este hombre sea tan atractivo?

—Hola —murmuré sin quitar la mano y tomando el valor de acercarme más levantando mi pelvis.

Él atrapó mi mano entre la suya y con lentitud la alejó. Me miró profundamente unos segundos antes de hacerse a un lado y saltar fuera de la cama.

Okeeeey. En silencio hice lo mismo y dejé la cama,ya hace mucho calor.

—Se escucharon portazos afuera —dije con la intención de eliminar aquel silencio que me estaba volviendo loca por dentro.

—Están despiertos ya —respondió con voz ronca y varonil, un cosquilleo recorrió mi estómago hasta mi pelvis. Él parecía estar distraído en sus pensamientos, se rascaba la fina barba y luego se trataba de peinar el cabello hacia atrás. Todo eso viendo el hueco que teníamos como ventana—. Kevin dijo que Vasily llega hoy. Seguro no tardan en venir por nosotros.

Un frío viajó por mi espina dorsal cuando dijo eso. Kevin, recordarlo me revuelve el estómago, la forma en la que me miró ayer me asusta.

—¿Por qué dices eso? —me asusté.

—No nos tienen encerrados para tenernos de adorno, en especial a mí. Michael... —se interrumpió a sí mismo con una mueca de fastidio como si le molestara recordar, pero continuó con voz baja— Michael mató al hermano de Vasily.

Jadeé abriendo los ojos sorprendida, pero no del todo. ¡Sabía que algo le había pasado a ese pobre hombre! Si no me la hubiera pasado pensando en la posibilidad de que Michael fuera capaz de matar, estaría estupefacta. Esto es solo una confirmación a mis suposiciones.

—Es al que le dijiste que no le hiciera nada, ¿verdad? —Indagué curiosa. Donovan asintió luego de un momento con ambas manos en la cintura y la mirada perdida en el suelo— Yo vi cuando lo entraron por la parte de atrás —confesé, pero él no hizo nada.

—Lo sé —ah—. Michael me contó, es cuando le dije que lo mejor era matarte. No podíamos dejar cabos sueltos —ahora el que se confesaba era él con serenidad como si lo que acaba de decir no es lo suficientemente grave como para mearme en mi diminuta ropa—. Él insistió que no lo hiciera. Luego llegó Vasily —de repente se dio la vuelta extrañado, a pasos secos se acercó con cautela—. Y tú... Vasily quedó encantando contigo porque sino, ¿por qué otra razón te trajo conmigo? Pudo haberte matado y no tener esa carga —auch—. Hay algo que no me cuadra. ¿Tú qué estabas haciendo ahí?

Donovan ladeó la cabeza y nerviosa pasé saliva. Este es uno de los momentos en los que mi silencio vale más que mil palabras, ¿qué puedo decir? Estaba espiando, husmeando. En busca del chisme que resulta que siempre me encuentra sin indagar.

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