veintitrés

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—No podemos asegurar que fue Vasily.

Resoplé por tercera vez. Michael está negado con la idea de que haya sido Vasily, quizás lo dice para ayudarme a mantener la cabeza fría pero no está funcionando.

—Llevo más tiempo en el club que ustedes, y algo así nunca ha pasado. Está claro que fue intencional. Además, ¿gasolina? —exclamé frunciendo el ceño— ¡Me querían quemar!

—Tienes que relajarte. Estas cosas pasan en este negocio, quizás fue un borracho saliendo del club—me responde apretando el volante. Rodé los ojos.

—Claro. Y se resbaló clavando una navaja en cada llanta de mi auto, ¿no? —lo miré por el espejo. Bufé— No voy a seguir discutiendo contigo —concluí volviendo a pegar la sien de la ventana.

—Gracias por el favor —exclamó Donovan con ironía desde el asiento del copiloto—. Parecen dos adolescentes peleando por una estupidez.

—¡¿Eso te pareció una estupidez?! —me incliné molesta por su comentario— Claro, como tú no tienes de qué preocuparte.

—Ya, cállate, Violet —se atrevió a decir. Más bien, sonó como una orden.

¡¿Quién se cree para mandarme a callar?!

—Tú cállate. No entiendes absolutamente nada.

—¡Ya, mujer! —tengo todas las ganas de responder y decirle que mande a callar a su abuela, pero no lo hice. Se me hace imposible discutir con uno de estos dos, es una pérdida de tiempo—. Y tú, conduce más rápido y deja de pintar el mundo de colores. ¿Qué importa si lo hizo Vasily? ¡Lo matamos y ya! Estamos detrás de su rastro, sabemos que es lo suficientemente estúpido como para hacer una movida tan infantil como romper los cristales de una carcacha.

—¡Oye!

—Está solo, toda su gente murió —continuó ignorándome. ¡Le dijo carcacha a mi auto!—. Al menos sabemos que está cerca —habló Donovan con autoridad suficiente para que no volvamos a soltar una palabra más. Michael chasqueó la lengua—. No, aquí no. Es doblando aquí a la derecha —le indicó hacía donde ir y Michael así lo hizo. Recuerda el camino, mhm.

Hay una camioneta siguiéndonos, son los guardias que le cuidan la espalda a estos dos, tuvieron que explicármelo porque no dejé de ver hacia atrás casi todo el inicio del viaje.

La calle de mi barrio está como siempre, intacta, vacía y silenciosa. Fría, eso sí. El cielo está nublado, es posible que se aproxime una tormenta, o eso escuché decir a una de las chicas en el club.

—Tenemos que buscar más hombres que rodeen el club cuando estemos allá. Diez no me parecen suficientes —Donovan le empieza a decir a Michael. Quise poner atención al nuevo tema de conversación, se trataba sobre poner más seguridad en mi lugar de trabajo, sin embargo, mi atención fue captada por otra cosa y no pude escuchar más que el eco de los miles pensamientos que me llegaron a la mente.

Michael iba frenando el carro con lentitud, tanta que me desesperé y salté fuera de él.

—¡Violet! —me gritó, pero no hice caso. Seguí viendo la luz encendida en mi apartamento, las ventanas están abiertas y la cortina salía, moviéndose con la brisa.

—¿Qué...? —susurré extrañada. Yo nunca dejo la luz prendida, mucho menos la ventana abierta. Odio que se enfríe el apartamento, contando ya de que es pequeño.

—¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre salir así, loca? —Donovan se bajó dando un portazo. Ni siquiera dejé que siguiera hablándome, podrá regañarme todo lo que quiera, pero ahora no. Algo no está bien. Corrí adentro, mi bolsa saltaba contra mi abdomen.

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