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100 años después.
New Home
La capital donde los monstruos se instauraron hace cien años desde su liberación. Un lugar que se convirtió en una ciudad prospera, que tiene los típicos problemas de cualquier lugar humano, pero en gran medida, resalta por el excelente manejo que le ha dado sus gobernantes. Los dos monstruos jefes superaron incontables problemas que surgieron entre ellos y los humanos, pero en cada peldaño dejado atrás, también se quedaba el odio y resentimiento que se tuvieron alguna vez, permitiendo así que Asgore y Toriel retomaran su destrozado matrimonio, uniendo las piezas con los éxitos obtenidos en las negociaciones de paz con la humanidad. La dicha hizo que la alegría prosperará no solo en sus corazones, si no en cada uno de los ciudadanos de su pueblo, recobrando nuevamente la bondad implantada en sus corazones por una niña humana. La esperanza renovó a los monstruos.
Como bien era sabido, la esperanza de vida de los monstruos era superior, por lo que esos años no les provocaron algún cambio físico o mental notorio. Ahora eran seres con mayores conocimientos en los estudios que la humanidad les brindó, por lo que tenían la facilidad de transmitir esos conocimientos de generación en generación sin problemas, convirtiendo a la raza de los monstruos es una de las más importantes y privilegiadas del planeta. Eran considerados como sabios o trascendentales.
Sin los monstruos, la tecnología y los avances que se recopilaron durante todo el siglo no podrían transmitirse de manera correcta y veloz. Entonces, los cargos de trabajo que algunos monstruos ocupaban son muy importantes, aunque se manejaban trabajos más simples para quienes quisieran vivir como personas y seres comunes, sin mayor responsabilidad.
Uno de esos monstruos que tenían un cargo privilegiado era un esqueleto que le gustaban las estrellas y las flores de un color particular. Aquel monstruo se había convertido en uno de los mejores investigadores astronómicos del último siglo, siendo quien asesoraba a las nuevas personas que llegaban a trabajar en New Home, pues en ese lugar es que se hospedaba para trabajar. El observatorio donde trabaja estaba a unas cuantas millas de la capital, y era uno de sus lugares favoritos.
Sans había cultivado una pradera de flores doradas cerca al observatorio, recordaba todo el tiempo que tardó en hacer que floreciera como lo estaba en ese momento y se sintió orgulloso. Estar en ese lugar alejado, todo era reconfortante y lo llenaba de paz luego de pasar la mayor parte de su tiempo trabajando.
El esqueleto no recordaba cuando fue la última vez que vio a su hermano en persona ¿Unos diez años? Si, eso calculaba aproximadamente, pues Papyrus había encontrado su vocación como general en el ejército de marines, por lo cual, pasaba mucho tiempo en los mares junto con Undyne, que se le unió en la travesía.
El dejo de vivir con su hermano unos cincuenta años después de la liberación, cada uno decidió forjar su propio camino, y como no eran demasiado unidos, casi no tenían contacto entre ellos. Sans se tomaba el tiempo de llamarlo a su celular para saber cómo estaba y con eso bastaba.
Papyrus se preocupaba por él, asimismo, confió siempre en que Sans lograría sus propios sueños, y con las llamadas que hacían de vez en cuando se daba por bien servido.
Alphys era una de las pocas personas con las que tenía contacto, se veían en reuniones importantes cuando Asgore los convocaba, y de vez en cuando salían a tomarse un café como compañeros que aman la ciencia, se llevaban bien en gran medida por sus gustos en común y la historia que compartían. Le daba algo de lastima saber que su amiga sufría al no saber de Undyne durante meses, pero de todas maneras se veían una vez al año.
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La chica Flor [FINALIZADA]
Romance-Voy hacerlo, tengo que enfrentarlo - dijo la castaña determinada. A pesar de su estado, su alma seguía intacta. Era tan brillante como las gemas de Waterfall. -Cariño...-el esqueleto se rasco la cabeza, intentando controlar sus emociones. El no que...