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No había sido fácil para Si-U mantenerse calmado mientras sentía la mano de su progenitor, tocarle suavemente la nuca, el hombro y el muslo.

Se sentía sucio, la misma sensación que tuvo cuando escuchó por labios de su progenitora, lo que él, su padre, le hacía.

Deseaba gritarle, maldecirlo con todas sus fuerzas, golpearlo y bajarse. Pero únicamente eran deseos, porque su realidad era totalmente diferente.

Estaba aterrado, la ansiedad aumentaba cada vez más al reparar en que se aproximaban a un viejo barrio.

Si-U perdió la cuenta de cuantas veces le dijo al mayor que no lo tocase, que no le dijera cachorro, perdió la cuenta de cuantas veces él mismo había quitado la mano contraria de su cuerpo.

-¿Por qué estás tan arisco?- Se rió Yeong -Soy tu padre, no voy a herirte.-

Para Park menor aquellas palabras no tenían significado, eran confusas para su mente.

¿No hacerle daño?

Cuando de únicamente tocarlo como lo estaba tratando de hacer, era hacerle daño.

-Hemos llegado, cachorro.- Yeong le palmeó el muslo -Bájate.-

Si-U respiró profundo antes de desabrocharse el cinturón de seguridad, quería ponerle un fin a todo.

Pero, sinceramente, no sabía como, de nuevo, había actuó impulsivamente. Solamente deseaba estar con su Noona, siendo meloso con ella y ganándose una que otra mala mirada por su actuar.

El solo acto de recordar el rostro de su esposa, hizo a Si-U dar una pequeña y triste sonrisa. No estaba seguro cuál sería el próximo moviendo del mayor hacia él.

Así que sacó su celular y con apresuramiento, visto que su progenitor estaba distraído abriendo la puerta, él llamó al 112.

-Policía de Seúl, ¿en qué podemos ayudarle?-

Park menor sintió su alma volver al cuerpo, pero aquello no duró mucho cuando reparó en que su padre se estaba dando la vuelta hacia él.

Con rapidez bajó el celular de su oreja y dio un intento de sonrisa que el contrario correspondió grandemente.

-Entra hijo.- Yeong pasó de primero -¿Quieres algo de comer?-

Se estaba mostrando tan cuidadoso, que Si-U se sentía raro. Su llamada, cuando volvió a poner sus ojos en su móvil, había sido colgada.

"Maldita sea."

Posiblemente, la persona que contestó malinterpretó su llamada como una broma. El desespero se estaba adueñando de él de nuevo, necesitaba hacer algo.

Lo único que se le ocurrió, fue poner a registrar toda la conversación que tendría con su padre de ese instante en adelante.

Anhelaba que su esposa no estuviese enojada, sino que estuviera haciendo algo para también ayudarlo.

-Tu madre no ha querido llamarme.- Chasqueó la lengua él -¿Qué tan bien los trata esa mujer para que se olviden de mí?-

El delgado cuerpo del menor comenzó a temblar cuando el mayor se acercó a él.

-Si-U...- Esa voz no le gustaba -Siempre creí que habías nacido diferente. ¿Sabes?-

El mencionado asintió con la cabeza, sintiendo un bajón en su bajo abdomen y no por placer, sino más bien por miedo y desespero.

-Totalmente Diferentes- EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora