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Para Han Mi-Suk aquel arreglado matrimonio, del cual tuvo el privilegio de obtener mucho dinero, no debería de estar marchando como lo hace.

Ver a su hijo durante esos tres días en que se quedó en la bonita mansión de la señorita Park, le dio a entender que las cosas no están funcionando tal y como ella lo supuso.

Contemplar a su hijo menor como un pequeño cachorro detrás de aquella mujer, le hizo ver que será difícil de ese instante en adelante, lograr que su hijo haga lo que ella quiere.

Desde el martes en que llegó a ese lugar hasta ese instante de un viernes por la noche, la señora Han no ha estrechado ninguna palabra con la pelinegra.

Las penetrantes y frías miradas que le regalaba Yvette, como si pudiese verle hasta el alma, eran el impedimento para que la ya adulta mujer lograse acercársele.

Y es que Yvette la observaba con detenimiento a cada momento que tenía la oportunidad, contemplándola, leyéndola y viendo cómo el cuerpo de aquel joven castaño se tensaba con la simple compañía de Mi-Suk.

En ese preciso momento, con algunas bolsas de frutas y comida sin preparar, la señora Han se localiza fuera de la mansión escuchando a su hijo parlotear de algo de lo cual no está interesada en lo más mínimo.

Por lo que había ido a visitarlo ya lo tiene, así que no esperando nada más, se monta en la parte trasera de aquel lujoso auto.

—No se olvide de llamarme cuando llegue, mamá.— Le dice por quinta vez un castaño

Poniendo sus ojos en blanco, la señora Han asiente con desgana.

—Sí, sí.— Hace un desdén con su mano apartando al chico que se le acercaba —Ya entendí, nos vemos.—

Si-U asiente apretando sus labios entre sí, quería un abrazo de su madre, no obstante no pudo obtenerlo.

"Ella no es de dar abrazos."

Se recuerda con pesar.

—Te llamaré cuando necesite más dinero.— Declara la mujer —Y contesta cuando te llame, no me hagas enojar.—

El menor asiente con su cabeza sin decir nada.

—Ah...— Le sonríe con falsedad —No olvides de que debes ser un buen esposo Si-U, complacerla en todo y cambiar aquella vergonzosa personalidad que tienes.—

De aquella falsa amabilidad de la cual el castaño fue ingenuamente partícipe, ya no queda nada. En ese instante se muestra la verdadera mujer que le tocó por madre y él, siendo siempre tan ingenuo, acata cada palabra con un asentimiento de cabeza.

Con su mano al aire moviéndose de lado a lado, Park Si-U se despide de su madre cuando el auto emprende camino lejos de él.

Los días para aquel joven en la universidad habían sido confusos, no porque le fuese mal, sino más bien por el hecho de que aquel pelinegro, del mismo apellido que su esposa, fue más insistente de lo que su mente pudo imaginar.

Había por fin aceptado almorzar con el chico, deseando con aquello que ya no le siguiese insistiendo.

Sin embargo, se dio cuenta de que tener a alguien en su vida, fuera de sus padres y esposa, también hacía bien, no sabe si puede categorizar aquel insistente muchacho como su amigo.

Pero Si-U se sintió bien de haber aceptado aquella invitación y de tener a alguien con quien comer y charlar en los tiempos libres.

Por el lado de Yvette, aquella pelinegra cada vez llega más tarde a casa, el trabajo en su empresa ha aumentado, y la tediosa visita de su "suegra" le ha dado la buena excusa para llegar a casa más tarde de lo habitual.

-Totalmente Diferentes- EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora