-07-

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Todo se ha derrumbado, todo a su alrededor se siente lejano. Las palabras de su mayor, en ese momento, tienen más sentido para su mente.

Pero aun si el castaño ha logrado comprender todo lo dicho por los carnosos labios de Yvette, no entiende por qué ella, la mujer que lo hace sentir seguro, ha escupido todo aquello de una manera tan fría y sin ninguna pizca de tacto hacia su persona.

Su mente procesa, lentamente, como si de un pequeño niño se tratase. Cómo si lentamente él podrá entender todo lo dicho por ella y lo hace, le tarda, pero logra discernir las frías palabras de su Noona.

Sus pies se mueven por sí solos, su corazón golpetea tan fuerte que logra sentir cada latido hasta en sus oídos. No la dejará ir hasta que lo escuche, no permitirá que se marche sin antes haberle expresado lo que él tiene por decir.

Y es que nada de todo aquello es cierto, sus padres no le dieron ningún dinero, tampoco se pusieron de acuerdo con él de antemano.

Un día antes, eso fue todo, un día antes de que llegasen a Seúl, sus progenitores le confesaron que se iría a vivir a aquella gran ciudad.

—BUSAN, COREA DEL SUR—

—¿En serio?— Había dicho un feliz castaño oscuro cuando escuchó que se iría a Seúl —¿Me dejarán estudiar lo que quiero?—

Supuso que era por eso que se marcharía a otra ciudad, sin embargo, cuando sus padres negaron se entristeció. No obstante, lo que salió de ellos después fue lo que más detestó en toda su vida.

—Irás para casarte.— Su madre habló como si se tratase de lo mejor —Nos harás un gran favor a todos, cariño.—

Por primera vez, la señora Han, le había llamado por aquel apelativo.

Él se negó, se rehusó porque no lo deseaba, había dicho que era muy joven para ello. Simplemente, dijo aquello, no obstante, sus progenitores, o mejor dicho su madre, lo había interpretado como lo peor.

Lo abofeteó, lo golpeó sin importar cómo él se retorcía en el piso del dolor, dejándole herido y con hematomas en su abdomen por el objeto que había utilizado hacia su delgado cuerpo.

Y su padre, su progenitor, no hizo nada, lo vio como si no fuese sangre de su propia sangre.

—Deberías obedecer. Cuando estás callado y obediente, te ves mejor.— Con unos cuantos golpecitos en la mejilla del joven, había hablado el señor Han

Si-U no entendía al fin que era lo que ellos querían. Había momentos en los que le decían que tenía que ser un hombre fuerte, valiente y no con esa personalidad callada y obediente.

Pero después, su padre le decía que le gustaba más cuando guardaba silencio, cuando hacía las cosas sin chistar.

¿Al fin que debía hacer? No lo sabía.

Si-U se casó, contrajo matrimonio calladamente como le habían dicho, lo hizo sin negarse, sin decir no.

"No voy a casarme, porque no quiero."

"No lo haré, porque es mi vida la que está en juego."

Nada de eso dijo, obedeció, viendo una sonrisa satisfecha en los rostros de sus padres. Contemplándoles bailar alegremente en su fiesta de casamiento como dos adolescentes, se sintió como si ellos estaban celebrando que él ya no estorbará más en sus vidas.

-Totalmente Diferentes- EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora