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Apenas un castaño oscuro logra bajar del auto, lo primero que hace es arrodillarse y vomitar todo lo que ha consumido durante el día. Los nervios también le han jugado una mala broma, logrando que su estómago se revuelva con fuerza. Fuertes arcadas lo tienen al punto del colapso.

—Que asco.— Se queja en un hilo de voz

La mayor se acerca a él con pasos tranquilos, cuando ya está al lado del más bajo, le da palmadas en la espalda, ni siquiera sabe por qué lo está haciendo, debería dejarlo ahí por su cuenta. No obstante, algo le dice que debe de pagar el trato que él tuvo con ella cuando se estaba ahogando con el agua aquella vez.

—No vea.— La empuja desde su lugar

Ignorándolo por completo, Yvette continúa palmeando la espalda del contrario, hasta que no escucha más nada que su respiración agitada.

—Vamos.—

—Debo limpiar esto...— Apunta el lugar en donde ha vomitado Si-U

—Alguien lo hará por ti.—

—Pero...—

—Vamos.—

No diciendo nada más, él la sigue, los nervios vuelven a Si-U, logrando con ello que se sienta mareado por un momento. Inhala y exhala lentamente, sus manos sudan sin comprender por qué, tiene nervios, miedo, pánico, un revoltijo en la boca de su estómago que no le permite seguir caminando.

—N-Noona*.— Si-U susurra

La contraria se gira para encararlo, nadie más que su mejor amigo suele llamarla así y en ese momento que alguien más lo hace, se siente extraño.

—¿Qué pasa?— Cuestiona con una perfilada ceja arqueada

—N-No puedo.— Sus ojos están vidriosos —Y-Yo no puedo, yo no p-puedo- —

Con un par de zancadas, Yvette llega hasta él y sostiene el cuerpo que tiembla entre sus brazos, si no hubiese llegado a tiempo, posiblemente aquel joven estuviese en ese momento en el piso.

—Cálmate, Si-U.—

Puede reconocer que el mencionado está sufriendo de un ataque de pánico.

—Park Si-U, respira conmigo.— Ordena

El rostro de Si-U es sostenido por unas frías manos que en esos momentos logran calmar sus calientes mejillas. Mirándola por primera vez a los ojos directamente, y posicionando sus huesudas y temblorosas manos en las contrarias que sostienen su cara, Park Si-U copia las acciones que su, en ese instante, esposa hace.

Pasan los minutos y con ello, su cuerpo también logra calmarse, aunque aún tiembla un poco, su labio inferior también lo hace, siente en ese preciso momento que ya todo se ha calmado, una vergüenza terrible.

"¿Qué pensará ella de mí?"

"¿Se sentirá avergonzada de mí como mis padres?"

Esos pensamientos comienzan a surgir de su mente.

—Oye.— Lo devuelve al presente la pelinegra —Subamos, debes darte una ducha y descansar.—

—No, no h-haremos lo que- —

—No haremos nada de eso.— Le interrumpe el balbuceo Yvette

—¿Por qué?— Su ceño se frunce —¿Es porque n-no soy un hombre completamente?—

La poca autoestima que aún prosigue con él, comienza a caer en picadas, sus progenitores tenían razón, aún no es un hombre completo y nunca lo será si sigue comportándose tan tímidamente.

-Totalmente Diferentes- EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora