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Visita.

- ¿Estas listo enano?.- Preguntaste tocando a la puerta del baño. El agua de la ducha ya no sonaba, así que intuiste que Jungkook había terminado de bañarse. 

La noche anterior había sido sin duda alguna, una de las más extrañas, reveladoras, y muy peculiar sin lugar a duda. Partiendo con que te habías comenzado a cuestionar y replantear a todo lo que refería a ti y Namjoon, como se había comportado, lo que te había dicho, había sido demasiado para ti como para hacer como si aquí nada pasaba, así como estabas acostumbrada a dejar pasar ciertas actitudes del chico las cuales no te gustaban, o incluso te lastimaban. 

La puerta del baño se abrió y viste al castaño salir del cuarto. Iba con una toalla blanca enganchada a la cintura, gotas de agua caían por las puntas de sus cabellos y por el costado de su rostro hasta su mandíbula. Ambos se encontraron de frente y viste de inmediato el sonrojo en las mejillas del chico. Muy seguro por todo lo que aconteció hace solo unas horas. 

- Ya, ya esta libre la ducha Noona adelante, pero no abuses del agua caliente por favor, fue suficiente de ella por un tiempo.- Y no mentía, ayer y por poco no te desmayaste  dentro del bendito jacuzzi. 

- Ok, unos minutos y estoy lista. Prometo no tardar.- El chico asintió y tu de inmediato entraste bajo el chorro de agua de la ducha.

Lo que menos querías era que las cosas con Jungkook se pusieran raras o incomodas, pero debiste intuirlo conociendo su personalidad y lo reservado que es con su intimidad. Pero con todo lo que había pasado en ese cuarto de hotel, habías podido constatar dos cosas que eran irrefutable. La primera era que Jungkook era una persona maravillosa la cual muy probablemente no merecías, y la segunda. La segunda era que fuera bueno o malo, después de mucho tiempo sintiendo y pensando solo en Namjoon, comenzabas a poner tus ojos sobre otro chico, y eso chico era el castaño al cual llamabas enano. 

Anoche cuando ambos estaban dentro del agua, con las ideas muy probablemente nubladas, confusas y con el corazón sensible, ambos se comieron la boca por primera vez. La manera en la que el chico te beso y como tu cuerpo se sintió ante su tacto, te había hecho perder, perder la poca razón que tenias en ti. Tenias la cabeza algo ida, pero podías jurar que el chico había gruñido mientras te besaba. Lo sabias, Jungkook incluso te lo había dicho, él no estaba muy experimentado en todo lo que respecta en materia sexual y por lo mismo no quisiste tomar ningún tipo de iniciativa, no querías asustarle ni nada por el estilo, así que lo dejaste ir a su ritmo. 

Se te hizo muy difícil, casi torturador no dejarte llevar y devorar al chico con las ganas que en verdad querías. Te había tomado muy por sorpresa el como había reaccionado tu cuerpo ante Jungkook. Por mucho tiempo habías sido completa y exclusivamente devota ante Kim Namjoon, porque jamás te sentiste cómoda o con las ganas de dormir con alguien más, aun cuando él lo hacia con creces, pero anoche algo había cambiado, es como si algo dentro de ti se hubiera quebrado y liberado al mismo tiempo. Fue un sentimiento tan avasallador que una parte de ti sintió algo de temor con todo lo nuevo que te estaba ocurriendo. 

Una vez terminaste de darte el baño, saliste del cuarto y viste que todo está muy silencioso y tranquilo. De seguro Jungkook había salido para que tú pudieras vestirte y prepararte. Miraste hacia la revuelta y desordenada cama y recordaste con lujo y detalle como llegaron hasta ella entre los besos y las caricias. Claro tú ya le llevabas larga ventaja al chico, puesto que desde el inicio estuviste desnuda, mientras que él se había metido al agua solo en ropa interior.

Una vez comenzaron a comerse la boca, tu autocontrol se fue por mucho al carajo, sus labios, sus labios se sentían como algo de otro mundo. Le habías comido la boca a un sin fin de chicos a lo largo de tus veintitrés años de vida, pero por algún extraño he inesperado motivo, el como te besó el chico se sintió por lejos como algo muy distinto, y distinto en el mejor de los malditos sentidos. Casi a lo tropezones salieron del agua y comenzaron a caminar hasta la cama, dejando  un desastre  por dónde pasaban, producto del agua que escurría de sus cuerpos, estuviste por caer al suelo de no ser por el chico, que con reflejos felino te sujetó y casi te estrelló contra su cuerpo. Pudiste sentir como su pecho subía y bajaba sin control, y cuando sentiste el borde de la cama contra tus piernas, te dejaste caer en ella, llevado al chico contigo, cayendo ambos cuerpos uno contra otro sobre las blancas y pulcras sabanas. 

Of Like, Money & LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora