—¿Me juzgas? —preguntó mientras dejaba la taza de té a un lado.
—No podría hacerlo nunca, Carl. No soy quien para emitir tales juicios. —le respondió Carrie con una tierna sonrisa en los labios.
—Pero no dijiste si te parecía bien o mal. —repuso él esperando que su amiga le dijera cualquier cosa que lo hiciera retractarse de lo que había hecho, aún cuando sabía que no podía echarse para atrás y que toda la ciudad sabía que iba a casarse con Allison.
—Creo que mi opinión no debería hacerte cambiar de parecer.
—No me estas ayudando, Carrie... —suspiró.
—Escucha, Carl. Las razones de por qué te vas a casar con la señorita Barrett solo las sabes tú, respeto que no me quieras compartir los motivos, pero sé que harás lo correcto. Además, ya estabas cansado de pasearte por todos los salones de Londres buscando una esposa, creo que ella cayó del mismísimo cielo para ti.
—¿Así que la apruebas?
—No es mi amiga, pero me agrada demasiado. Isabella siempre ha dicho que no se fía de ella, pero es porque está celosa de Allison, o lo estaba en el pasado.
—Me interesa tu opinión, Carrie, no la de lady Barwick —dijo casi gruñendo. No era un secreto que aún no se llevaba bien con la esposa de su amigo.
—Harían una muy bonita pareja, Carl. —opinó la duquesa con total sinceridad, y a pesar de que eso no era indicativo de que su matrimonio fuera a ser exitoso, sus dudas se esfumaron. —Lo único que me llega a preocupar es el comportamiento de la señorita Barrett.
—¿A qué te refieres?
—Tal vez hayas notado que después del ataque del que fue víctima, ella cambió drásticamente. Ahora parece que todo le asusta y se ha vuelto una mujer muy reservada.
—En todo caso, eso tendrá que ser diferente. Al ser mi esposa se ajustará a mi agenda y demás compromisos. No es como si vaya a dejarla en casa bajo llave.
—Solo te pido que seas considerado y lleves las cosas con calma. —Carrie le agarró la mano y la apretó con cariño. Los meses los habían acercado aún más y la confianza y lealtad entre ellos era indudable.
—Soy todo un caballero. Te doy mi palabra de que intentaré que este matrimonio sea un éxito.
Más que a su amiga, se hizo esa promesa a sí mismo. No podía retractarse por dos razones importantes. La primera, había hecho un generoso acuerdo financiero con los Barrett y era mejor recibir el dinero de la deuda en plazos pequeños para comodidad de su nueva familia política.
Él no era de los hombres que disfrutaba viendo a las personas sufrir de esa forma, además, no era el único que tomaba decisiones respecto al banco. Su padre y el resto de la junta directiva del banco le estaban dando un voto de confianza en aquel asunto. Su futuro suegro había prometido devolver lo prestado y planeaba que todo siguiera según lo pactado. Ambas partes ganarían así.
La segunda razón giraba en torno a Allison. Quería ayudarla. Si no la salvaba él, nadie más lo iba a hacer y ella de verdad estaba asustada del vizconde de Dusell. Había hecho sus propias averiguaciones y cada hecho del que se enteraba del aristócrata, era peor que la anterior. Apuestas, alcoholismo, uso de hongos y opioides, violencia contra el servicio doméstico, y mil cosas más que una joven como Allison no soportaría jamás. Ni siquiera él sería capaz de vivir de esa forma.
Prefería dar por terminada su soltería y casarse con la castaña, que cargar por el resto de su existir con el peso del sufrimiento de la mujer si llegaba a caer en las manos del vizconde. Si bien al principio no estaba encantado con la idea, una larga introspección y una que otra mirada de reproche de su ama de llaves le habían hecho cambiar de opinión.
—No te esperaba hoy, Carl. —entró Thomas saludando a su amigo con una palmada en la espalda.
—Necesitaba el consejo de Carrie con urgencia. —explicó con simpleza.
—¿Te quedas a cenar con nosotros? —preguntó el duque mientras se sentaba junto a su esposa.
—Ya tengo planes para la noche, Thomas, pero lo agradezco.
—No me digas que por fin habrá una señora Winston. —mencionó con sorpresa fingida.
—Eres el mejor espía del mundo —dijo con ironía. Carl sabía desde muy poco tiempo sobre la verdadera identidad del duque de Kent. Para ser sincero no se lo esperaba. Había jugado muy bien con su fachada y nadie se imaginaría que un hombre como aquel tuviera una doble vida. —¿Ahora investigas mi vida amorosa?
—No eres objeto de mi atención precisamente. —explicó sin entrar en detalles.
—¿Qué significa eso?
—A el Primer Ministro le interesan los negocios de los Barrett en el extranjero.
—Thomas, deja tus rodeos a un lado, dime que sucede con ellos. —si estaban implicados en cosas ilegales, él prefería darse de baja en aquel rollo y seguir con sus asuntos tal y como lo había estado haciendo.
—Secretos de Estado, Carl. —Thomas se levantó y salió de la sala con rapidez, negándole la oportunidad de averiguar más cosas.
Carrie hasta ese momento se había mantenido en completo silencio y eso lo inquietó. ¿Sabría algo de Allison que él no? Con una simple mirada le hizo saber sus pensamientos y ella se tomó su tiempo para responder.
—Si crees que Thomas me ha dicho algo acerca de eso, pues no lo ha hecho, tampoco se lo voy a preguntar. La mejor forma de salir de tus dudas es hablando directamente con los implicados. La honestidad debe ser la base de tu matrimonio.
—Me sorprende el consejo viniendo de ti, querida. —dijo sin mucha seriedad. Precisamente la relación de los duques había nacido con demasiadas mentiras de por medio.
La rubia abrió la boca para replicarle su comentario, sin embargo, selló sus labios al no poder refutarlo. Además, su amigo no había dicho eso con afán de ofenderla.
—Deberías marcharte ahora, si no llegaras tarde a la cena.
—Que elegante forma de correrme, Carrie. Por eso adoro venir aquí. —se puso de pie y arregló su atuendo para salir de una vez —Vendré la próxima semana si ningún problema surge.
—Sería increíble que trajeras a tu prometida.
—Ya quisieras... —murmuró totalmente convencido de que no le dejaría a Allison en bandeja de plata a la duquesa. Era muy pronto para que ambas se hicieran tan cercanas y después conspirarán contra él o algo parecido. —Por cierto, dile a Thomas que es de mala educación investigar a las personas. Hay maneras más convencionales de saber lo que sea que quiere.
Al estar en plena calle, pasó una mano entre su cabello y estiró sus mechones un poco. El estrés estaba haciendo mella en él y esa simple acción siempre lo relajaba. Aún tenía mil pendientes por cumplir y uno de ellos era conseguir un anillo decente y a gusto de su futura esposa. El problema es que no sabía sus gustos, por no decir que prácticamente no la conocía en lo absoluto.
¿Y si no se llevaban bien?
Él no se consideraba un hombre muy complicado, pero teniendo en cuenta el pasado de Allison, ya se imaginaba que su relación no iba a ser tan fácil y sencilla como se lo había querido tragar desde el primer minuto.
Con eso en mente, se dirigió a la joyería más cercana y en el transcurso de su recorrido se fue repitiendo que todo saldría de maravillas. Eso aliviaba la presión.
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Historias Cortas - Misterios de Londres III (COMPLETA)
RomansaParte final de la saga de Misterios de Londres. Son dos historias cortas de algunos personajes de las anteriores novelas. Recomiendo leer primero "Huyendo de Barwick" y "Seduciendo al Duque de Kent", aunque pueden leerse de forma independiente tambi...